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/Aizawa/

Ha pasado un mes y algo desde que Liz vive conmigo, le dieron el trabajo en el café y está mejorando bastante en combate y sus clases, aunque ya tiene su ropa sigue usando mi polera como pijama, la verdad es que tampoco me molesta así que simplemente dejo que la use. Además de estudiar lo que le he dicho, se ha estado aprendiendo el libro del café, se ha aprendido la mayoría de las recetas de memoria y la preparación de las bebidas, cuando logra memorizar una receta me pide que revise si lo hizo bien así que me da el libro y yo reviso si lo que memorizó está bien, también me ha pedido que la deje practicar peinados con mi pelo, los peinados no me agradan pero no me molesta que me peine el cabello, a veces hasta se siente bien. Hemos salido a caminar un par de veces además de hacer las compras juntos pero lo más divertido de recordar es lo de hace unos días atrás, sonrío al recordar el primer día y lo avergonzada que estaba por eso

*¿Estás bien?-ella al escucharme se tapa hasta la cabeza con el cubrecama

*Si-dice bajo-¿te importa si me pasó el día aquí?-frunzo el ceño

*¿Te sientes mal?-entro a la habitación y me siento en la cama con cuidado de no apoyarme sin querer en ella-¿qué tienes? quizás puedo conseguirte un remedio

*No te preocupes-dice con la voz contenido, respira hondo-solo voy a quedarme aquí todo el día

*¿Quieres que te traiga algo?

*No-dice quejándose, hago una mueca y me levanto

Ese día me quedé con ella, ninguno fue a trabajar y yo le avisé al director y a Hizashi que ella no iría a su entrenamiento, podía escuchar sus quejidos bajos desde la habitación. No me tomó mucho tiempo notar qué era lo que pasaba y aunque no estaba seguro salí a buscar lo que creí podría funcionar. Al volver ella estaba acurrucada en la cama con los ojos cerrados y cuando me escucho entrar intento esconderse pero al ver lo que llevaba además de ponerse colorada, me miró sorprendida.

Me siento a su lado en la cama y le entrego la bolsa térmica, ella estira la mano nerviosa y lo mete dentro del cubrecama, le estiro el vaso de agua y un analgésico, ella me sonríe avergonzada y se toma la pastilla.

*Nunca supe si esto funcionaba pero te traje esto-saco la caja con unos alfajores bañados en chocolate, ella se pone más roja aun y me mira

*Gracias-le sonrío de vuelta

*Cuando se enfríe la bolsa avísame-ella asiente y yo me levanto para salir de la habitación

*¿No tenías que trabajar?-niego

No niego que fue muy divertido verla así de avergonzada por algo tan normal pero al menos ya no se quejaba y al día siguiente no le quedó de otra que ir a trabajar pero le dije que no fuera al entrenamiento si no se sentía bien.

Este mes con ella ha sido divertido después de todo aunque aún no he logrado descifrar su singularidad, ha aparecido sólo una vez desde que entrena conmigo y cuando lo hizo se fue al segundo, como si quisiera recordarle a Liz que estaba presente en su cuerpo.

Estoy en la entrada del edificio esperando que llegue, veo como mis alumnos dejan el colegio con lentitud pero puedo notar la mirada de algunos sobre mi, sobre todo la de las alumnas, frunzo el ceño porque sueltan risitas bajas hace varios días cuando me ven. Veo su silueta entrar al colegio, al entrar cierra el libro que trae en las manos y me busca con la mirada, cuando me encuentra sonríe y se acerca. Cuando pasa por el lado de los estudiantes noto como Uraraka y Jiro la miran, vuelven a hablar entre ellas y sonríen, respiro hondo imaginando que es lo que han estado hablando entre ellas.

Ojos (Shota Aizawa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora