Mis lágrimas descienden como gotas de lluvia. El sonido de la lluvia es más fuerte que el sonido de mi llanto. Un día gris, tanto para mí como para los demás. El cielo está oscuro, nublado y yo me siento igual. Después de la tempestad, todo vuelve a la calma pero, ¿cuándo veré la calma en mi vida? Sigo esperando, sigo esperando ese día donde mis sentimientos se relajen como el sol del horizonte. Me estoy volviendo débil.
Muy pocos meses, demasiadas emociones, demasiadas cosas y se podría decir que sólo recuerdo lo malo. Como he dicho, todo el mundo me hace daño. Hay daños que se pueden reparar, pero otros que a día de hoy los sigo recordando.
Son demasiadas las lágrimas derrochadas, algunas son por la gente que quiero pero otras que no puedo evitar derramar. Hay personas que sí se merecen mis lágrimas...
¿Cuándo dejará el destino de ser tan caprichoso conmigo? ¿Cuándo llegará el día que vea un arco iris en mi vida? Ni yo misma puedo engañarme y mentirme con que algún día llegará.
Nadie puede comprender mi dolor, sólo yo lo puedo saber. Las lágrimas salen a demasiada velocidad de mis ojos, como la lluvia desenfadada del exterior.
Después dicen que los adolescentes no tenemos sentimientos... Yo ahora mismo me siento como la fría lluvia que está cayendo sobre el alféizar de mi ventana.
Echa un ovillo en lo más profundo de mi habitación, lamentándome y preguntando el por qué. No hay más lágrimas en mis ojos para derramar, pero necesito con todas mis ganas desprenderme de esta sensación. Llorar tanto como por el pasado, presente y futuro. Vivo en tres tiempos todos los días. Vivo lo que fui, lo que soy y lo que seré.
La lluvia ha cesado. Algún día, tras la tormenta y la tempestad vendrá la calma, o eso espero.