Cuando te vi por primera vez, para mí eras un rostro conocido. Me parecías interesante, me parecías mágico. Quedé petrificada cuando vi lo vulnerable que eres, lo eterno que puedes llegar a ser. Fui conociéndote más y fui descubriendo cómo eres tú: esencial.
Las charlas fueron sobrando cuando mi corazón comenzó a latir y a sentir lo que era estar enamorada. La tinta fue corriendo por mi corazón a gran velocidad y comprendí que eras tú quien alteraba a mi efímero corazón. Tus ojos, ese azul que ilumina mis días, son el faro que me sirve de guía para no perderme. Tu sonrisa, esa que brilla por si sola y hace que pierda la cordura. Fuiste y sigues creando magia a cada paso que das, sigues deslumbrando como aquel día en el que te conocí. Es por eso que puedo decir que estoy enamorada de ti.