Roy estaba rellenando un documento Exel donde se reflejaban sus ahorros de toda la vida para ir al concierto de Lana del Rey en el futuro. La idea se le ocurrió un día cualquiera, se convirtió en un quiste en su mente que no lo dejaría en paz hasta por lo menos intentara; había una alta probabilidad de que abandonara el proyecto para siempre y se emperrara en cumplir uno completamente distinto en el futuro cercano, pero valía la pena intentar.
Según el documento, los ahorros de toda su vida extrapolados a dólares eran la cuantiosa suma de... $2 dólares.
—No debí haber comprado ese reproductor de vinilos —se dijo así mismo, mirando el antiguo reproductor que compró en una página de internet; lo tenía porque Lana del Rey también tenía uno y él pensó que su vida estaría incompleta sin el suyo propio. Curiosamente, no tenía discos de vinilo viejos para reproducirlos, así como tampoco le alcanzaban los ahorros para comprar el único álbum de LDR que había salido en ese formato; lo que hacía que su valioso cachivache no fuera otra cosa que mera decoración retro—. Pero algún día tendré mi colección de vinilos... y todos serán de Melanie Martínez y Lana Del Rey.
Tomó su taza de leche y remojó una cuca colombiana hasta que el néctar blanco y líquido la humedeció al punto del goteo, este era su postre favorito en todo el mundo; o al menos el que podía permitirse con mayor frecuencia; también era el mismo que le causaba dolores de estómago.
De pronto y sin ningún motivo en particular miró por la ventana... y la vio. Era ella, estaba vestida con una blusa muy sensual escotada, una minifalta muy mini y muy falda. Llevaba el cabello suelto y una cartera diminuta de prostituta. Sus tacones realzaban su porte de reina mientras caminaba por la calzada. Estaba tarareando claramente Ultravilence.
—¡LANA! —gritó Roy lleno de excitación y pánico—. ¡ES LANA DEL REY!
Era ella, no cabía duda. Estaba caminando delante de su casa con una ropa muy provocativa. Esto debía ser un milagro ¡Por fin la vida le sonreía!
Roy bajó las escaleras, corrió a la puerta con una hoja de papel y un bolígrafo para pedirle un autógrafo y disculparse por llamarla a media noche. Una vez que aquella señora de 40 años lo viera seguro que quedaba prendada de sus encantos.
Roy intentó abrir la puerta, pero fue inútil. No se movía.
—¡¿Qué?! ¡Ay, coño!
Le dio patadas y tacleadas hasta el punto de abollarla sin lograr derribarla.
Intentó salir por una ventana, pero estaban todas cerradas, y cuando abrió una, se dio cuenta que tenían barrotes y no podía salir.
—¡NOOOOO!
Lana Del Rey todavía estaba pasando distraídamente frente la casa de Roy. Ahí estaba ¡Era ella! Era preciosa, su diosa. Su ángel divino. La razón de su adoración; la imagen de pantalla de su teléfono; el centro de su mundo y su vida ¡Su todo!
Estiró la mano y gritó con todas sus fuerzas para llamar su atención.
—¡LANA! ¡LANA, POR FAVOR MÍRAME! —Solo eso necesitaba, una mirada y seguro que ella no se iría nunca, pero no volteaba por más alto que gritara hasta la afonía—. ¡LANA, TE AMO POR FAVOR MÍRAME! ¡LANAAAAAAAAAAAAAA!
La despampanante señora de las cuatro décadas se fue, sin notar tan siquiera que Roy estaba ahí.
—¡NOOOO! Perdí mi oportunidad —lloró el chico consternado—. Ahora se irá a un burdel a bailar en el tubo y cualquier hombre malo la enamorará en mi lugar... ¡LANAAAAA!
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GENTE ROTA
Humor¿Qué ocurre cuando una niña gótica con dislexia, un deportista, un fanboy empedernido de Lana del Rey y un chico con posible narcolepsia se juntan? Nada bueno en absoluto. El destino cambia para estos cuatro protagonistas con la repentina aparición...