XXXVI.

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Capítulo Treinta y Seis
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Capítulo Treinta y Seis━────── ❖ ──────━

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Una maldita mierda. Eso resumía bastante bien lo que hasta ahora se suponía era su vida.

Cuando Celeste y Reeva le dijeron que volvería con su hermana no dudo en aceptar. Supo que había cometido un error al dejarla y se odiaba a si mismo por ello. Pero en su mente, sus convicciones aún no cambiaban y los ideales del Hellfire Club seguían allí. Estaba convencido de que hacía lo correcto.

Andy quería un mundo mejor para su hermana. Un mundo donde no tuviera miedo de mostrar lo que realmente era. Un mundo donde los mutantes finalmente se mostraran superior.

Él quería una vida junto a ella.

Por lo mismo, el prestarse como un peón en los planes de Reeva no había sonado tan mal. Pero cuando aquél imbécil casi lo asesina a golpes y se vio obligado a no hacer nada y recibir aquél maldito collar en su cuello y luego las torturas de esa niña lo sometieron a oír los gritos de agonía de su hermana... ¿Realmente todo valía la pena?

—Veo que ya despertaste —Gar sonrió ingresando con una bandeja de comida en sus manos y la rubia saltó en la camilla retrocediendo por inercia—. Traje tu desayuno.

Miró la comida y luego a él. La comida, y luego a él. Recordó la primera vez que lo vio en aquella terminal. Recordó su sonrisa y su mano extendiéndole aquel paquete de oreos. Recordó a Jason vestido de Andy y luego ver a Dick por primera vez.

Recordó él día en que todo comenzó.

—G-gracias —Murmuró con una pequeña sonrisa dejando la bandeja sobre sus piernas y él tomó asiento a su lado.

—¿Cómo te sientes?

—Yo... No sabría cómo responder a eso.

—¿Recuerdas lo que sucedió?

Tomó la taza de café llevándola a sus labios sin siquiera tocar el líquido y fijo su mirada en un punto de la habitación.

—¿Ella está bien?

—¿Hmmm?

—Rachel —Lo miró—. ¿Ella está bien?

Gar titubeó antes de hablar.

—Dick salió con ella apenas despertó esta mañana. Él quería estar aquí, pero ella despertó primero y pensó que sería buena idea distraerla un poco —Comenzó a hablar mientras ella tomaba los cubiertos cortando las frutas en pequeños pedazos revolviéndolos en el plato—, no es mucho lo que recuerda y aún buscamos la forma de decirle qué...

—No lo hagan.

—¿Qué?

—No quiero que lo sepa. No dejaré que ella lo sepa. No pueden decírselo. Rachel piensa que solo lastimó a Andy y quiero que así sea.

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