XLII.

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Capítulo Cuarenta y Dos.
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| Último capítulo |

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Para cuando finalmente la sacaron de la habitación y se topó con los rayos del sol, le tomó un par de segundos acostumbrarse a la luz mientras sus ojos le ardían y su piel lo agradecía. No pudo hacer mucho. Su hermano estaba parado frente a ella con una mirada llena de arrepiento que no supo descifrar. Andy tenía muchas razones para arrepentirse, pero Meave no sabía por cuál de todas se estaba disculpando en ese momento. No le interesaba en primer lugar. Nada de lo que pudiera hacer borraría el odio que sentía por él.

De paso aprovecho de odiarse a sí misma también por ser tan estúpida.

Estaba atada de manos tras su espalda y el horrible collar había vuelvo a su cuello. Mutantes usando inhibidores de poderes contra otros mutantes... ¡Ja! Y ella que creyó que la empatía era uno de los sentimientos básicos de las personas.

—Bebe esto —pidió Andy tendiéndole un jugo y ella alzó una ceja—. Oh... —notó lo tonto que había sido.

El que su hermano tuviera que darle de beber en la boca no era una escena que la enorgullecía, pero era mejor que nada si no quería morir por inanición. No iba a rechazar un poco de comida y liquido porque su cuerpo se lo pedía a gritos para sentirse un poco más estable. Necesitaba recuperar fuerzas para lo que venía.

Ninguno decía ninguna palabra. Andy solo la alimentaban en silencio y ella procuraba mantener la mirada fija en un punto de la habitación o probablemente sus poderes se descontrolarían y lo ultimo que necesitaba era ser electrocutada. Andy en cambio miraba las dos delicadas cadenas de plata que seguían en su cuello. El collar con forma de sol era mucho más visible que el anillo que se ocultaba más abajo. Él fue testigo de cómo su hermana luchó y gritó con varios guardias cuanto intentaron quitárselos de encima hasta que finalmente se rindieron. Si a fin de cuentas iba a morir o se transformaría en otro de sus experimentos, podrían quitárselos a su cadaver. Dejárselos unas horas más no afectaban en nada.

Andy recordaba a Meave jugueteando con la pulsera que le había obsequiado para uno de sus cumpleaños cada vez que se ponía nerviosa. Juntó dinero durante semanas quitando parte de la mesada que su hermana le daba para comer buscando algo bonito que darle. Meave casi no dormía por él y pese a estar cansada nunca se quejó, lo mínimo que podía hacer era darle algo que la haría feliz el día de su cumpleaños. Recordaba perfectamente cómo sus ojos se habían iluminado con un par de lágrimas prometiendo que no se la quitaría jamás.

Esa pulsera era lo más valioso que tenía, no sólo por el valor, sino porque la persona que más amaba en el mundo se la había dado.

Fenris In Titans ❥ TitansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora