Capítulo 5: Intento fallido

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Cuando José Luis llegó a su casa, Eleonora ya se encontraba dormida...otra vez. Se había acostumbrado a verla gran parte del tiempo dopada, y llegó un punto en su matrimonio en el que ya no la soportaba y prefería verla así al llegar que lidiar con ella. Finalmente cuando checa que todo esté en orden, se mete a la ducha y luego se acuesta.

Al fin sentía que podía dormir tranquilo sabiendo que en solo unas horas, Altagracia podría estar fuera de la empresa. Creía que al humillarla como había planeado hacerlo en la reunión que se aproximaba, ella iba a huir corriendo de la constructora. Definitivamente no conocía en nada a la Doña, y pronto iba a descubrir de qué estaba hecha esa mujer.

Durante la mañana, Altagracia se encarga de reunir todo lo necesario para la reunión. Habrían inversionistas muy importantes para la constructora y debía dar lo mejor de sí. Ésta era su oportunidad para que al fin la volvieran a tomar en serio luego de tantos desastres en su vida.

– Altagracia– dice José Luis entrando en la oficina.

– Navarrete– levanta la vista– ¿Por qué tan feliz?

– Es un buen día, ¿no crees?– dice acercándose a su escritorio.

– Para mi lo es, pero ¿Para ti por qué?

– Verás Altagracia, a veces las cosas resultan como queremos y eso me hace inmensamente feliz.

– Que bien– le sonrie– me alegro por ti Navarrete.

– ¿Tienes listo todo?– dice acercándose a ella a solo centímetros– La reunión es dentro de unos minutos– le remueve un mechón de cabello del rostro haciendo que ella retroceda un paso.

– ¿A qué viniste Navarrete?

–Solo a desearte suerte mujer– retrocede hasta llegar a la puerta y luego la mira– Puede que la necesites.

La reunión comienza y Altagracia entra a la sala de reuniones con mucha seguridad. José Luis por su lado ya se sentía ganador, creía que tenía todo bajo control y su plan saldría a la perfección. Sin embargo, a medida que la reunión avanzaba, José Luis va notando que los errores que él editó en el proyecto de la Doña ya no están. Ella brilla frente a los inversionistas y deja contentos a todos.

– Wow, Altagracia– dice uno– no esperaba que prepararlas algo tan increíble.

– Hay que admitir que hiciste un excelente trabajo– continúa otro.

– ¿Y tú Navarrete?– dice frente a todos con una sonrisa victoriosa.

– ¿Yo qué?– pregunta serio.

– No dices nada– todos lo miran– quiero saber qué opinas.

– ¿Importa mi opinión aquí?– dice en seco y se pone de pie.

El empresario se retira de la sala de reuniones alterado y sin dar explicación alguna.

– Les pido disculpas por su comportamiento, creo que tienen problemas en su hogar– dice justificandolo.

– Debería aprender a separar las cosas– responde uno de los inversionistas.

– Lo sé, ya hablaré con el– les sonríe· no se preocupen.

Una vez terminada la reunión, Altagracia se dirige con una gran sonrisa a la oficina de José Luis e irrumpe en su pequeño espacio de calma.

– ¿Qué quieres Altagracia?– pregunta molesto.

– Ay que genio Navarrete– se sienta frente a él– Vengo a felicitarte.

– ¿Felicitarme?– pregunta extrañado– ¿Y eso?

Infielmente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora