Capítulo 19: No se puede borrar

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– José Luis...¿Qué haces?

– Nada...– le toma el otro pie y le quita el zapato– Solo quiero que estés cómoda.

– Está bien– lo mira– ¿me darías otro shot?

– No Altagracia, ya estamos los dos bastante mareados.

– Solo uno más– se sienta y se acerca a él– El último.

– El último eh– ríe y le sirve del tequila que se encontraba sobre la pequeña mesa– Yo también me tomaré el último.

– Gracias José Luis– dice recibiendo el shot.

José Luis se toma rápidamente el shot y la mira, pero la rubia sin terminarlo, se sienta a horcajadas sobre él.

– Altagracia– la mira beberse el shot sobre él y tirar el vaso al piso– ¿Qué haces?

– Me voy a arrepentir de esto...

Le toma el rostro con ambas manos y comienza a besarlo. José Luis al principio no la toca, temía que si hacía algo luego ella lo culpara, pero los besos de la doña comienzan a volverlo loco y su cuerpo empieza a reaccionar.

– Altagracia...– dice separándose de su boca.

– No digas nada– dice en un susurro– Quiero que aproveches este momento...

Estaba completamente entregada a la situación. José Luis recibe su boca una vez más y en esta ocasión el comienza a recorrer con sus manos el cuerpo de la doña.

Ella le quita rápidamente el saco y abre su camisa de un tirón. Estaba ardiendo por dentro y no iba a desaprovechar el momento. Luego podría culpar al alcohol, pero no resistía un momento más teniendo a José Luis completamente para ella sin llenarse de él.

José Luis comienza a bajar el cierre de su vestido y libera así sus voluptuosos senos. Por primera vez estaba frente a esas bombas de feminidad que lo seducían cada vez que ella usaba una prenda ajustada. La mira y con sus manos los toma para meterlos uno a uno en su boca. Altagracia gime con cada succión que el hacia en aquellos puntos de placer. Estaba completamente fuera de sí. El alcohol había hecho de las suyas y lo único que quería era sentir adentro a ese hombre que la provocaba día tras día.

El empresario la toma y la acuesta en el sofá para comenzar a quitarle el vestido por completo. Se encuentra luego con unas pantaletas del mismo color del vestido las que ya se encontraban empapadas en sus fluidos. Sonríe al verla y se las quita rápidamente. Luego se quita él la ropa para adentrarse pronto en ella. La doña lo mira sin hacer más que esperar a recibirlo. Finalmente el se recuesta sobre ella y la vuelve a besar. Con solo unos movimientos logra entrar en ella. La rubia arquea la espalda hacia atrás al sentirlo al fin adentro.

José Luis la embiste rápidamente una y otra vez. Los gemidos de Altagracia retumbaban en toda la habitación. Al fin estaba dentro de ella y no pensaba soltarla ahora.

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Infielmente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora