Capítulo 43: La cabalgata

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Luego del enfrentamiento de Altagracia y Martín, el almuerzo se volvió más silencioso. Había sido un momento bastante incómodo para todos, pero ella no podía quedarse callada una vez más antes las acusaciones de nadie.

Cuando terminan de comer, Altagracia, Eleonora y Mónica se quedan en la mesa sirviéndose un bajativo, mientras José Luis y Saúl se acercan a Martín, quien luego de comer se fue a sentar frente a la alberca. Se sientan a cada lado del esposo de la doña y José Luis le toca el hombro.

– Estuvo muy mal Martín– le da unos golpes en la espalda.

– Demasiado mal– reitera Saúl.

– Tu aún la deseas– le dice Martín.

– Mira Martín– le dice José Luis– tienes que hacerte a la idea de que Altagracia es una mujer hermosa, y que todos siempre la van a mirar, pero no puedes estar culpando a Saúl de algo así, menos frente a su esposa quien por si lo olvidas, es hija de Altagracia. No juegues en terreno peligroso hombre.

– Para que te quede claro, yo ya no tengo nada con Altagracia. Nos hemos vuelto amigos, pero nada más que eso.

– No sé...– dice Martín– Yo sé que ella me engaña.

Saúl y José Luis se miran como si los hubiesen pillado en una travesura de niños.

– ¿Por qué dices eso?– le pregunta Saúl.

– La otra noche llegó llena de chupetones, y cree que soy un estúpido.

¡No mames!– le mueve los labios a José Luis– Pero quizás fue una alergia...

Pendejo– ahora José Luis le mueve los labios– A huevo.

– Que no– se toma la cabeza– Eran chupetones, y bien grandes aquí y aquí– dice mostrándoles la ubicación.

– Ay no, pero quizás...– mira a José Luis– Quizás se los hiciste tú sin darte cuenta Martín.

José Luis se toma la cara al oír a Saúl decir eso. El sabía muy bien que eso era imposible.

– No, yo no le hago esas cosas porque a ella no le gusta que la besen mucho ni nada– José Luis se sorprende y sonríe para sí mismo– Además– Martín mira a Saúl– yo no la he podido tocar.

– Ah bueno...– dice Saúl buscando una respuesta convincente– Entonces solo tenle paciencia, y no vuelvas a repetir esas cosas Martín.

– Yo creí que ustedes tenían algo...– le dice a Saúl.

– Tuvimos algo, pero hace años. Yo ahora estoy con Mónica y la amo.

– ¿Ya ves Martin? Deja de ver cosas donde no las hay. Cálmate y deja de darle motivos a Altagracia. Ahora yo me voy a llevar a los chicos a cabalgar y tú quédate con Eleonora, respiren, conversen. Trata de distraerte.

– Está bien– dice cabizbajo.

José Luis y Saúl se levantan y salen a buscar a Mónica y Altagracia. Mientras caminan hacia le mesa, Saúl le va a reclamando a José Luis

– Oye pero ¿cómo se te ocurre dejarle marcas?

– Ella no se quejó– ríe– al menos no por eso.

– ¿Fueron muchas?

– Ni te imaginas, tenía todo marcado y ni cuenta nos habíamos dado.

– Dios– se tapa la cara– Ustedes nos van a terminar volviendo locos.

– ¿Y ustedes en qué andan?– dice Mónica cuando los ve acercarse.

– Nada amor– mira a José Luis– nada.

Infielmente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora