Capítulo 10: Un poco de paz

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Cierra sus ojos al sentir el agua caer por su rostro. Necesitaba despertar para ir a la constructora, y qué mejor que una buena ducha que la refrescara. De pronto siente unas manos grandes que acarician su cintura con mucha delicadeza y un pecho fornido en su espalda mientras una dureza hace presión en su trasero. Se gira rápidamente y ve esos ojos marrones llenos de deseo.

– ¿Que haces aquí?– dice al verlo adentro de la ducha desnudo.

– Vine a terminar de despertarte– la toma firmemente de la cintura y la apega a su piel.

La mira unos segundos a los ojos y luego acerca su boca para comenzar a devorarle los labios. Hunde su lengua en ella mientras su miembro comienza a adentrarse por su intimidad sin previo aviso. Altagracia suelta un gemido al sentir su prominente erección ya dentro de ella.

Las estocadas son lentas y firmes. La pared deja de sentirse fría en su espalda por el fuego que ese hombre le hacía sentir. Comienza a enterrar sus uñas en su espalda al soltar cada gemido.

– Te voy a llevar al cielo– le dice al oído mientras intensifica las embestidas.

Se resbala una y otra vez dentro de ella hasta que en un grito deja salir su nombre junto al exquisito orgasmo mañanero.

– ¡J-josé Lu-is!

Altagracia al escucharse decir ese nombre reacciona y abre los ojos de golpe. Su esposo se encontraba a su lado durmiendo y ella tenía las sábanas y el pequeño pijama de seda pegado al cuerpo por el sudor de aquel sueño húmedo.

No podía creer que había soñado con Navarrete de esa manera justo luego de haber tenido una noche de sexo con su esposo. Eso no estaba nada bien.

Decide meterse a la ducha con agua fría para ver si así se le calmaban las hormonas. Mientras estaba ahí miraba todo el tiempo hacia la puerta del baño con miedo a que su sueño se hiciera realidad y apareciera Navarrete a darle todo el placer con el que había despertado esa mañana.

– Buenos días preciosa– dice Martín entrando en el baño.

– Buenos días Martín– sale rápidamente y se cubre con la toalla.

– No me esperaste para meterme contigo– la toma de la cintura y le da un beso.

– Es que estoy algo atrasada– le sonríe y se suelta de su agarre– El agua está muy rica– le grita saliendo del baño.

Martín queda algo desconcertado al ver la frialdad de Altagracia luego de semejante noche de pasión, pero que más daba, ya estaba acostumbrado a sus cambios de humor.

Cuando la doña llega a su oficina, se asegura de no encontrarse a José Luis en ninguna parte. Andaba demasiado tensa por el sueño que había tenido en la mañana y no sabía que sucedería con ella una vez que lo volviera a ver.

José Luis por su lado, se queda en su oficina intentando concentrarse en su trabajo. También tenía varios proyectos que revisar para terminar algunos contratos, pero su cabeza tampoco le permitía hacer mucho. Solo había podido sentir sus labios por unos segundos, y aunque no había podido profundizar en el beso, sentía que necesitaba volver a tenerlos pronto. No sabía cómo iba a hacer para aguantar tenerla cerca y no poder tocarla. Ella le había dejado muy claro en varias ocasiones que no le volviera a poner un dedo encima e iba a tener que respetar eso.

– ¿Respetar? José Luis ¿qué te pasa?– ni el sabía que le sucedía, pero si, tenía que respetarla.

Mientras revisa algunos contratos, se da cuenta que falta la firma de Altagracia en 2 de ellos. Para evitar un enfrentamiento decide ir a dejarle los papeles a su secretaria y así llevar la fiesta en paz.

Infielmente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora