Capítulo 9: Provocame

1.1K 72 1
                                    


José Luis se encontraba en una reunión por Skype cuando Altagracia irrumpe en su oficina.

– ¡Aquí estás imbécil!

– Disculpen, tengo un pequeño inconveniente. Los llamo luego– dice cerrando la reunión– ¿Y a ti qué te pasa mujer?

– Sabes perfectamente que me pasa Navarrete– le tira el anónimo en el escritorio– ¿En serio este es tu juego? ¿Intentar arruinar mi matrimonio con estas estupideces?

– Y veo que dan resultado– ríe.

– Hace falta muchísimo más que esto para sacarme de en medio Navarrete.

– ¿Y tú quieres que te saque de en medio Altagracia?– se acerca a ella.

– Ya deja tus juegos Navarrete, que conmigo esas cosas no funcionan– lo mira desafiante.

– Haré todo lo que haga falta para que te alejes de mi empresa.

– No lo lograrás Navarrete. Esta empresa es tanto tuya como mía, así es que quita de tu cabeza esa idea absurda. El que se irá de aquí eres tú.

– Ya veremos Altagracia– dice alejándose de ella.

– Prepárate porque no te enfrentas a cualquier rival– le sonríe y sale de la oficina.

Esa mujer lo hacía enfurecer, y eso le encantaba. La quería lejos pero también muy cerca. No sabía que le pasaba con Altagracia. Sonreía cada vez que la hacía enojar. Tenía muy claro que se estaba metiendo en un terreno muy peligroso, pero no lo podía evitar. Esperaría sentado su próximo movimiento.

Altagracia estaba realmente furiosa. El estar recibiendo amenazas constantemente de José Luis la estaba hartando. Esta vez se metería más en su territorio, observaría cada uno de sus pasos, le haría ver que con ella no se jugaba.

– Matamoros, necesito que me digas que días suele ir a ese lugar Navarrete–  le dice por el teléfono.

Según lo que observé, hoy le tocaría ir doña.

– Perfecto. Necesito que me lleves esta noche.

¿Está segura que quiere meterse a un lugar como ese?

– Si Matamoros. Este tipo no sabe con quién se está metiendo.

Está bien doña.

La doña le tenía preparada una sorpresita a su socio. Algo que quizás el jamás hubiese esperado de ella, pero le haría ver que con ella no se juega, las cosas con Altagracia son en serio, y ésta sería su última advertencia.

Mónica, por su parte, había quedado bastante preocupada por su mamá. No le parecía que Martín le hablara de esa manera, aunque no sabía que pudo haber provocado eso en él. Finalmente, cuando llega a su departamento decide llamarla para saber si está todo bien.

Mamá, ¿estás bien?

– Si chiquita, gracias por preocuparte. ¿Tu llegaste bien?

Si, Saúl está en la fundación, así es que aprovecharé de limpiar un poco.

– Quizás yo podría contratarte alguna muchacha que limpie por ti.

No mamá, esto lo he hecho toda mi vida y me gusta hacer las cosas por mi misma.

– Está bien, había olvidado lo independiente que eras.

Oye, ¿qué le pasaba a tu esposo?

– Es un poco celoso, eso es todo.

¿Pero de qué va a sentir celos?

– La gente que habla estupideces, tu sabes, y a veces él cree en esas ridiculeces, pero no hay nada de que preocuparse.

Infielmente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora