Capítulo 23: Una última noche

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Luego del sexo, Altagracia no resistió más y se durmió sobre el pecho de José Luis. El la miró y sonrió al verla así. Antes no habría permitido eso en ninguna de sus conquistas, pero esta mujer era completamente distinta al resto. Con ella daban ganas de quedarse una eternidad en la cama.

Como puede la cubre con las sábanas y le acaricia el rostro por un momento, hasta que el sueño y el cansancio lo vencen también.

6:25pm

El teléfono de la doña comienza a sonar y ambos despiertan. Altagracia se levanta y busca en su bolso el celular. Cuando revisa, la llamada se corta.

– ¿Quién es?– pregunta José Luis aún algo somnoliento.

– 23 llamadas perdidas de Martín– lo mira y vuelve a la cama.

– ¿No vas a llamarlo de vuelta?– dice volviendo a recibirla en sus brazos.

– No– se aferra a su cuerpo– No quiero pensar en el estando aquí.

– ¿Qué le dirás cuando lleguemos?

– ¿Qué le dirás tú a tu esposa?

– Que estuve muy ocupado en las conferencias, y luego me topé con una rubia voluptuosa que me arrastró a su habitación y se aprovechó de mi– ríe.

– Tontito– ríe– Le diré a Martín que estuve muy ocupada y ya. No me gusta dar explicaciones.

– La doña no da explicaciones...

– Así es.

– Voy a llamar para que nos envíen algo de comer. Necesito recomponer energía.

– La vas a necesitar– dice pasando su dedo índice por el pecho del empresario.

José Luis llama a recepción y pide comida. Llevaban muchas horas sin comer y demasiada energía gastada. Mientras, la doña se pone de pie para buscar algo de ropa y recoge la camisa que le había quitado a José Luis. Se la pone y comienza a abrocharla.

– ¡Hey!– le dice en voz baja aún con el teléfono en la oreja.

– ¿Qué?

– No hagas eso, abrela un tantito más– la mira y continúa con el pedido– Quiero salmón...si...

– ¿Así?– dice desabrochando un botón.

– Más...– le pide– Podría ser con ensalada César–  continúa.

– Mm...podría ser ¿Ahí?– dice desabrochando uno más.

– Más, por favor– le ruega– Más...salsa– dice intentando disimular al teléfono.

– Quizás...si me desabrocho este– dice abriéndola aún más– y este también– lo mira y sonríe de una manera que José Luis parece no soportar muy bien.

– Muchas gracias. Hasta pronto– dice colgando– ¡Tuuuu!– ríe y se acerca a ella apegandola a su cuerpo– Eso no se hace– la besa.

– Tu querías que la abriera– ríe.

_ Yo te quiero desnuda todo el tiempo en este cuarto– dice descubriendo su hombro y uno de sus senos– Quiero admirar siempre tu cuerpo– pasa su lengua por el cuello de la rubia.

– José Luis...– dice cerrando los ojos mientras siente las manos del empresario en su cuerpo– No puedes pretender que ande siempre desnuda.

– Claro que si– la besa– es solo por hoy y mañana.

– Todo lo que tú quieras, pero luego de comer– se aleja de él.

– La difícil Altagracia se hace presente– ríe y se sienta en la cama– ¿Me pasas los boxers por favor?

Infielmente TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora