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Katsuki

—Juro por Mika y Raiden, lo más preciado que t-tengo en la vida, que si intentas a-algo más te arrancaré los dientes con mis propias manos —advertí.

Él me sonrió.

—Lo más preciado que tengo en la mía eres tú. Jamás podría lastimarte... ¿Confías en mí?

Su respuesta me dejó un tanto paralizado, así que no pude hacer más que girar mi rostro, dejando expuesta la piel de mi cuello, dándole la aprobación que necesitaba.

Escuché cómo tomó aire antes de romper la poca distancia que quedaba entre nosotros, y no tarde en sentir el suave contacto de su lengua acariciando la zona antes de atraparla entre sus labios. Yo me mordí la mía porque poco a poco el aroma de Izuku inundó por completo el pasillo, envolviendo mi cuerpo al igual que una manta.

Esto me está afectando más de lo que debería, inclusive perdí el equilibrio por unos momentos. Una de sus fuertes manos rodeó mi cintura a tiempo.

No sé si fue un accidente o lo hizo apropósito, pero una de sus piernas acabó metiéndose entremedio de las mías, quedé acorralado, y quise decirle que se alejara.
Sin embargo, de mis labios no salió más que un gemido débil por el leve roce de su rodilla en mi entrepierna; podía sentirla cada vez más húmeda al igual que mi agujero, y eso me causo un enorme malestar.

No tendría que estar excitado, se supone que debería calmarme.
Quizá Shoto y Mamá tenían razón con respecto a las feromonas de Izuku; están siendo más fuertes que las de aquella vez, cuando era niño.

El bastardo las dejó salir sin medirlas, y yo no puedo soportarlas en mi estado.

¿Su aroma a menta suave y algo parecido a la brisa que mueve los árboles del bosque en el verano siempre fue así de agradable?
No. Alto. Tengo que decirle que es suficiente.

Apreté su camisa entre mis manos y quise decirle lo que pensaba: que se detuviera, pero mi vista se torno oscura a medida que mis extremidades dejaban de sostenerme.

Claramente me desmayé, y el escenario en mi cabeza se torno diferente.
De repente, la apacible vista ya no estaba. Izuku se fue y yo no estoy en la mansión... sino que estoy allí, en uno de los relucientes cuartos al que nos llevaban los alfas de buen estatus social; los únicos cuartos limpios y ordenados de todo el jodido burdel.

Recuerdo este día a la perfección, pero ¿por qué tengo que repetirlo en mi cabeza justo ahora?

¿Cuántos años dijeron que tienes? —escuché el murmullo en mi oído.

Trece...

Mm, no me atraen los niños... pero tú eres precioso.

El paso de su aspera lengua por mi nuca me heló los huesos, y también al pequeño yo que estaba viendo en tercera persona.

Por alguna razón —desconocida en aquel entonces— mi cuerpo comenzó a reaccionar a las feromonas de aquel infeliz, que no dudo en desgarrar las ajustadas y diminutas prendas que vestía.
Lo que sucedió a continuación, en el sueño, se vio de manera confusa, pues no recuerdo la mayoría debido a que, sin poder evitarlo, me encontraba nublado por su aroma y las drogas que me dieron horas atrás. Pero estaban más que claras las sensaciones.

Aunque estaba asustado y no quería eso, a mi cuerpo parecía importarle una tonelada de mierda.
No obstante, una voz conocida opacó el sonido de las pieles chocando, los gemidos y las respiraciones agitadas:

—¡Katsuki!

¿Papá?

—¡Despierta, Katsuki!

Obey | DekuKatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora