10

6.6K 690 905
                                    

Luego de cuatro tortuosas horas en aquel vehículo, por fin habían llegado a la mansión del Saiko.

Katsuki una vez dentro del territorio no dudo en bajarse y correr cual rayo hacía las puertas principales, recorriendo de soslayo el jardín de la entrada, observando con cariño los Sakura que estaban floreciendo por la reciente primavera.
Midoriya le regañó por ello pero eso no detuvo al omega, así que viéndole resignado suspiro y nego con su cabeza bajando junto al guardia -que les había hecho de chófer- las valijas del revoltoso veinteañero para llevarlas dentro.

Sonrió una vez dentro de la mansión, pues todo estaba como lo recordaba y tomando una profunda inhalación dejó que los aromas, con los que se había familiarizado años atrás, invadieran su sistema borrando asi cualquier rastro de inquietud o molestia que había sentido durante el viaje.

Dispuesto a continuar con su carrera pero esta vez hacía la habitación de Denki corrió emocionado por los pasillos, mas al doblar en uno de ellos se detuvo abruptamente al casi chocar con dos figuras pequeñas que jadearon al ver su torre de bloques destruida en el suelo.

—Mierda, lo siento— se apresuró en disculparse al notar que había arruinado el juego.

—¿Acaso no tienes oj- ¿Katsuki?

—¿Mika? —el pequeño alfa, borrando la molestia de su expresión, brincó de su lugar y automáticamente se abrazaron— ¡Mika! Carajo, estás enorme— se apartó unos centímetros para tomar su rostro y observarlo más detenidamente. No es como si no se hubieran mantenido en contacto todo ese tiempo -por medio de videollamadas y esas cosas- pero era muy diferente al tenerse cara a cara.

Sus ojitos heterocromos y cabello rubio seguían iguales pero su carita había madurado, solo un poco, al igual que su cuerpo. Unas cuantas pecas de color claro habían aparecido en su nariz y estaba alto, muy alto. El condenado mocoso tenía ocho años y ya le llegaba a la altura de sus hombros. Estaba irritado y orgulloso.

Mika rió forcejeando para que le dejara ir y por un segundo creyó ver a Kaminari en él. Tenían la misma sonrisa.

—Tú también haz crecido, pero tu estatura no ha cambiado mucho— destacó burlón provocando que la curvatura en los labios del cenizo desapareciera.

—¿Ha? ¡Repite eso, sabandija!— Mika rió una vez más y al sentir un tirón en su pantalón esta se detuvo al mismo tiempo que agachaba la mirada.

—Oh, lo siento Rai— Katsuki volvió a cambiar su expresión a una de asombro.

—¿Él es Raiden?— preguntó agachado y con sus codos sobre sus rodillas, estando así a la misma altura del pequeño -de iris color ámbar y cabellos morados- que se ocultaba detrás de su hermano.

—¡Sí! Solo lo conoces por fotos ¿verdad? Jamás los presentamos el uno al otro —sonrió dirigiendo su mirada a su hermanito para luego comenzar a mover sus manos en diferentes posiciones— «El es Katsuki, ¿lo recuerdas? Mamá dijo que vendría de visita».

¿Acaso Mika estaba hablando en lengua de señas? Pensó Katsuki observándolo en silencio.

Raiden, luego de observar atentamente las expresiones corporales de su hermano, devolvió su mirada a Katsuki y sonriendo agito una de sus manitos a modo de saludo. Él le devolvió el gesto un tanto confundido.

—¿Es muy tímido?— Mika frunció el ceño al no entender a qué se refería pero cuando armó las piezas en su cabeza le sonrió con paciencia.

—¿Mamá no te lo dijo?

—¿Decirme qué?

—Raiden es sordo— aquellas palabras hicieron eco en su cabeza.

Obey | DekuKatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora