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—Demuéstralo, entonces.

—¿Demostrar? ¿Demostrar qué?

—Quiero que me demuestres que sí puedes controlarte, y que sí puedo confiar en ti.

Los iris esmeraldas brillaron interesados.

—¿Cómo lo haría?

—Quédate conmigo.

Izuku se quedó en blanco por unos instantes, parpadeando reiteradas veces y sonriendo confundido.

—¿E-Estás seguro?

Se le hace imposible entender a este gatito indeciso.
Hace unos instantes le pidió no volver a verse hasta que su ciclo de celo acabe, y ahora le pide que se quede a su lado. ¿Serán las hormonas? ¿Altos y bajos emocionales? No es un maldito terapeuta o especialista en omegas, pero esto ya parece un mal chiste.

—Yo puedo hacerlo. ¿Qué hay de ti?

—Bueno...

Katsuki chasqueó su lengua, extendiendo una de sus manos. Izuku inhaló profundo y luego exhaló, aceptando su mano luego de dejar la bandeja con los platos vacíos en una de las cómodas cercana a la puerta.
Juntos caminaron a la cama, sin tardar en acostarse en cada lado, tapar sus cuerpos y quedarse observando el techo en total silencio.

—¿Puedo acercarme? —preguntó en un murmullo el menor de los dos.

—Supongo.

Katsuki se movió solo un poco, logrando recostarse en su pecho, dejando una de sus piernas encima de las ajenas.

—Si es demasiado para ti... aléjate.

—Estoy bien —acarició su espalda—. Trata de dormir, estoy bien.

El omega asintió despacio, acurrucándose a su lado con los temblores de la fiebre empezando a mover su cuerpo de forma sutil. Izuku le cubrió mejor con las mantas, pero estas no impidieron que su aroma se expandiera libremente.

«Ah... estoy jodido» pensó abrumado.

Es nuestro... míralo, nos necesita.

Nuevamente el lado alfa trató de dominar sus sentidos, pero Izuku no se lo iba a dejar tan fácil, no como hace unas horas.
Fue débil y estúpido, no se diferenció para nada de un cachorro hormonal e inmaduro por el simple hecho de no estar en contacto con feromonas omega en muchos años. Algo simplemente patético.

Muerde su cuello. Ayúdalo. Es nuestro.

—¿Quieres algo que morder? —susurró para sí—. Aquí está.

Sin siquiera dudar, llevó su brazo derecho, el que tiene libre, hacia sus labios y clavó sus colmillos en la piel de su muñeca con fuerza.

Pasará la noche en completo control como prometió, pues la idea de defraudar a Katsuki, luego de ofrecerle tal oportunidad, le enferma. Así que no importa el dolor ni el calor picando en su mandíbula; si tiene que despedazar su brazo con tal de no ponerle las manos encima al omega que tanto aprecia, lo hará.

No supo en qué momento se quedó dormido, pareció que solo fue un instante, pero la luz de una nueva mañana le comprobó que logró su cometido.
Katsuki dormía profundamente, quejándose de vez en cuando y aferrándose a él en un abrazo que tuvo que romper, dejando una almohada en su lugar. El omega no notó la diferencia debido a que el aroma del alfa ya había quedado impregnado allí, pero, aun así, el movimiento que hizo para salir de la cama le despertó.

—Izuku...

—Debo irme, gatito. Tengo trabajo que hacer.

—Lo hiciste... —reconoció. A penas y puede mantener uno de sus ojos abiertos, pero recordaba la conversación que tuvieron anoche y la promesa del alfa.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2022 ⏰

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Obey | DekuKatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora