4

8.4K 1K 479
                                    

Lo único que podía sentir Katsuki era calor, su piel le quemaba y la humedad en su intimidad empezaba a empapar su ropa incomodando le, además de las constantes punzadas en su vientre seguidas de aquel hormigueo eléctrico que solo lograban hacerle jadear en busca de aire, con la boca seca, y sus ojos fuertemente cerrados.

Removiendose como un gusano en aquella suave superficie agarraba las sábanas violentamente, apretandolas entre sus manos al mismo tiempo que encogia los dedos de sus pies, mientras su espalda se arqueaba exageradamente ante la nueva ola de calor que golpeó su cuerpo.

Kaminari y una mujer beta estaban allí con el, hablando, pero no entendía ni escuchaba una sola palabra de lo que decían, en su cabeza sólo oía los latidos acelerados de su corazón y su errático respirar, retumbando con fuerza en sus tímpanos al igual que los incontenibles gemidos necesitados que brotaban de sus labios sin tregua.

Katsuki desde de los doce años jamás había experimentado un celo de forma natural, es decir, de la que te llega sin falta cada mes y se queda contigo durante cinco días. Siempre cuando su ciclo estaba por iniciar lo pinchaban inyectando le algo desconocido para él que evitaba que su ciclo de celo iniciara, por lo que muy pocas veces lo había sentido de la manera en la que lo estaba viviendo ahora.

Otras veces -y estas eran las peores- solían meterle drogas que adelantaban su estado de celo, pero eso solo se daba si un cliente lo especificaba al momento de pedirle. Pagando por ultrajar su cuerpo, no solo en contra de su voluntad, si no que también en un estado de inconsciencia y vulnerabilidad con el cual no era capaz de resistirse ni defenderse, acciones que había realizado en reiteradas ocasiones si se sobrepasaban con su cuerpo, aunque recibiera una paliza luego. Pero aquellas drogas no le daban esa opción, la opción de pelear contra el sujeto si llegaba a intentar marcarlo o si le estaba lastimando, el celo natural le daba esa opción, porque no le consumía hasta llevarle al punto de no ser dueño de sus acciones, pero las drogas, la única opción que le daban aquellas mierdas era la de entregarse sin objeción alguna, por el deseo de su omega de aliviarse importandole muy poco lo que su forma humana pensara, porque si, era su omega, su lado animal e irracional el que rogaba ser tomado, no él.

Claro que al día siguiente los recuerdos le atormentaban, se asqueaba de solo pensar que había disfrutado aquello, que su cuerpo había reaccionado a las estimulaciones pero eso no corría por su cuenta, no era algo que pudiera controlar, no importaba si fuera consensuado o no, si tu cuerpo es estimulado reaccióna, y era algo que había tenido que grabarse con fuego en la cabeza para poder ayudarse a sí mismo a afrontar sus pesadillas. Pero al final del día...no importaba, asi como no importaba cuántas veces rogara entre llantos y gritos que se detuvieran, ni cuantas veces su recto sangrara por las brutas y violentas penetraciones, y tampoco lograría quitarse el nauseabundo aroma de aquellos bastardos de si mismo ni aunque restregara el jabón violentamente contra su piel una y otra vez como acostumbraba hasta que esta terminaba llena de rasguños provocados por el mismo.

Semanalmente un médico les revisaba a el y a sus "compañeros" para cerciorarse de que se encontraban sanos y capacitados para cumplir con sus "trabajos", pero cuando este empezó a notar que las lesiones -producto de sus ataques- de su cuerpo eran provocadas por el mismo y no por terceros este se veía en posición de notificarle a sus empleadores, jodiendo a Katsuki porque era seriamente "castigado" por arruinar la mercancía. Su cuerpo era la mercancía. El mismo. Como un puto objeto.

Si no cuidabas la mercancía eras castigado, y con el tiempo tuvo que aprender a controlarse para evitar herirse a sí mismo, porque los castigos, se atrevería a decir, eran incluso peores que las violaciones y maltratos físicos que sufría diariamente, porque estos eran psicológicos, y curar las heridas de la cabeza era mucho más jodido que curar las heridas físicas, al menos en su opinión.

Obey | DekuKatsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora