Desbalance

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*POV Solar*

Después de un larguísimo día de clases, que incluía una horrenda clase de gimnasia, Sodam y yo estábamos, por fin, caminando a casa. Todo el tiempo recé para que no nos encontráramos con Eric, porque con los ánimos recientes, seguro mi amiga iba a provocar un roce, y por ahora no tenía ánimos para ningún tipo de enfrentamiento. Además, debía apresurarme escogiendo un atuendo para la dichosa fiesta de la dichosa reina, porque Sodam había sido muy insistente con que fuera su acompañante.
- Te veo en diez minutos.
Dijo Sodam quedándose una casa antes que la mía; seguramente iba a cambiarse de ropa.
- Diez, nada más.
Dije fingiendo poner un cronómetro en mi reloj. Me sonrió y corrió hacia su entrada.
Mientras tanto, yo seguí derecho hasta la mía, abrí la puerta y no me encontré con nadie, como usualmente sucedía, pues mis padres eran abogados, y mi hermana trabajaba en una cafetería del centro. Todos volvían en la noche para la cena, veíamos una película juntos y luego cada uno subía a su habitación a dormir.
Había un plato con una notita en la mesa, pero decidí que solo subiría a mi habitación para revisar mi clóset antes de que Sodam llegara. Abrí los cajones y el armario en busca de algo que pudiese entonar con la fiesta de una mujer tan... ¡Diablos! Sí, poderosa como Hwasa.
Mientras revisaba todo, escuché la puerta de la entrada, y momentos después, Sodam estaba parada en mi puerta, con la respiración agitada.
- 7 minutos.
Dijo sonriente.
Yo también sonreí antes de empezar a mostrarle las opciones que pensaba que podían combinar. Al final quedaban solo 3 vestidos simples, pero muy bonitos, los cuales habían sido elegidos cuidadosamente por votación de ambas.
Con las tres opciones en mis brazos, me dirigí al baño, me puse el primer vestido, que era uno negro hasta arriba de la rodilla, con un escote mediano, pero con la espalda totalmente descubierta. Antes de salir me miré al espejo y sonreí; me había puesto ese vestido solo una vez, para la boda de mi tía, e incluso entonces tuve que quitármelo porque era muy "ligero" para el clima.
Rayos, sentía que no debía darle ninguna oportunidad a los otros dos vestidos. Durante el tiempo que había pasado desde la boda, mis muslos y mis caderas se habían ensanchado, al igual que me habían crecido un poco los pechos y el trasero. Giré despacio, observando que esta vez el traje se me apretaba mucho más, pero que también se veía mucho mejor en mí. Vaya, debía usar ropa descubierta de vez en cuando, tal vez estaba desperdiciando un par de buenas oportunidades.
Suavemente abrí la puerta y salí, nerviosa por lo que pudiese decirme Sodam, pero con pasos firmes me puse frente a ella, que veía algo en su teléfono, sentada en mi cama. En cuanto me paré frente a ella, como si algo doloroso pasara por su cuerpo, se puso de pie a una velocidad impresionante, tanto, que su teléfono voló por los aires y terminó al otro lado de la habitación.
Me miró por un momento, temerosa, casi sin moverse, y aunque movía los labios tratando de articular alguna palabra, nada salía de su boca.
- ¿Entonces...?
Dije incómoda, sin saber qué pensar de su reacción.
Como si al fin la razón entrara a su cuerpo de golpe, su mirada cayó lentamente hasta mis pies, tomando su tiempo al subirla, pasando por mis piernas, mi cadera, en donde se detuvo otra vez, mi abdomen, y al llegar a mis pechos, su labio inferior fue atrapado por sus dientes. Parecía incapaz de quitarme los ojos de encima, y yo parecía incapaz de moverme. Cuando finalmente me miró a la cara, ambas estábamos en un trance extraño que ninguna se atrevía a romper.
¿Estaría equivocada si traducía esa forma de mirarme como deseo?
Quiero decir, a Sodam le gustaban las chicas, cierto, pero ella nunca antes me había mirado de esa manera tan... Interesante. ¿Me estaba haciendo ideas erróneas?, Y lo más importante, ¿Por qué me había gustado?
- Wow...
Dijo Sodam sentándose en la cama nuevamente.
- ¿Te... Te gusta?
Dije intentando contener los nervios. Ella no dijo nada, y en lugar de eso noté que volvía a mirarme con cautela.
- Dammie, creo... Creo que... Ahmmm... No quiero probarme otro... Este... Este me gusta.
En cuanto terminé de decirlo, Sodam volvió a levantarse, pero solo se dirigió al rincón en el que yacía rirado su teléfono. Su actitud me desconcertaba totalmente, porque ella nunca se comportaba tan extraño.
- ¿Dammie...?
Dije acercándome a ella.
Entonces volteó con la mirada derrotada y los ojos brillantes, para proceder a decir en voz baja:
- Sol... Ese... Ese vestido se te ve... Estás muy... Muy...
Agachó la cabeza por un momento, suspiró y después volvió su mirada hacia mis ojos para continuar hablando.
- Ese vestido es impresionante, estás muy guapa con él, y creo que a todo el mundo vas... Vas a robarte la mirada de todos los presentes. Solo... Solo procura ponerte un abrigo o algo que pueda cubrirte del frío y de los mirones. Tengo que irme.
Finalizó con un tono angustiado, y antes de que le pregunte qué sucedía, volvió a hablar:
- Sol, perdona, en serio creo que ese vestido es maravilloso, pero justo ahora no me siento bien.
Salió a toda prisa, sin darme tiempo a seguirla, o al menos para pedirle una explicación. Últimamente Sodam no era la amiga que conocí, y me disgustaba el hecho de que no me contara nada, pues ahora prefería alejarse varias veces al día, en ocasiones me miraba fijamente sin hablar, y a veces tenía arrebatos extremos, como ahora, que se había ido sin razón aparente.

They... (Soldam/Moonsun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora