Pesadillas

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—Queda poco, muy poco para la batalla y luego, cuando tu cristal desaparezca y tú vuelvas a ser una simple humana, perderás definitivamente la oportunidad de volver con tu familia... y todo eso por mis tontas decisiones. ¿A esto se refería la vieja kitsune a la que fuimos a visitar hace un tiempo?, habló de las decisiones y de cómo ella me veía en un futuro... dijo que cambiarías y estaba en lo correcto, pero con respecto a mí... Me cuesta pensar en la razón por la que no me vio contigo, quizás después de todo será la culpa la que no me permita continuar a tu lado, porque no te merezco. Aún tengo la esperanza de que la kitsune se haya equivocado.

—Eso ya pasó, Nevra. No te sigas mortificando por algo que pasó hace casi un año. Yo ya te perdoné hace tiempo, sé que eres diferente ahora.

—Pero... ¿y si algún día quieres volver a tu verdadero hogar?, ¿si te arrepientes de estar a mi lado?

—Pues tu trabajo como novio es hacer que yo no me arrepienta de estar a tu lado.

—¿Y tú familia?

—Estoy segura de que si hubiera vuelto sería la misma chica que se quedaba callada frente a las decisiones de mi padre. En Eldarya soy libre de hacer lo que quiera, aunque no sepa lo que en verdad quiera hacer más adelante.

—La kitsune dijo que...

—Ella nos puede haber dicho muchas cosas, pero nosotros somos dueños de nuestro futuro. Ella dijo que, o te quedarías solo o tendrías hijos... que yo no estaba en tu futuro, pero la Erika de esa época es distinta a la de ahora... tú igual. Sus palabras no son válidas si ambos hemos cambiado.

—¿Así funcionan las cosas?

—Eso espero. No estoy diciendo que no le crea, es sólo que para cuando nos dijo todo eso, nuestra realidad era distinta.


Pesadillas

Estaba despierta en la noche fría pues había tenido la misma pesadilla que tenía siempre. Respiró pausadamente como había estado haciendo en la tarde del día anterior, pero no pudo no llorar, no por miedo al saber el triste destino que le deparaba según la vieja kitsune, sino que al pensar en lo injusto que era tener que dejar atrás a las personas que amabas, pero por sobre todo, ¿qué pasaría con él?, ¿qué pasaría con Nevra? El ya había sufrido bastante con cada pérdida que había tenido en su vida.

Entre sollozos empezó a preguntarse si era mejor terminar la relación pues así el dolor que Nevra sentiría sería menor, pero al final eso era una estupidez. Sería una herida para ambos, tanto para ella quien quería darle lo mejor en el último tiempo que le quedaba, así como para él quien más adelante se culparía por no haber estado junto a ella el tiempo suficiente.

Además, ¿cómo se podía terminar con alguien con quien se tenía tantos recuerdos? Recuerdos cada vez más felices y que los había llevado a una vida unida entre los dos.

No podía olvidar las cosas simples que, por lo general se pasaban por alto. El sonido de su voz, su risa. La mirada que él le dedicaba sólo a ella cuando estaban juntos. El calor reconfortante que sentía cuando él la abrazaba, cuando él le decía que la amaba o cuando planeaba lo que harían en el futuro. Nunca se lo había dicho, pero ella también amaba el nombre: Caleb. Nunca se lo había dicho, pero ella sí quería tener varios hijos con él. Nunca le había dicho que le hubiera gustado salir de su guardia para entrar a la que él dirigía a pesar de decirle lo contrario por orgullo. Nunca le había dicho todo eso y nunca lo haría.

Había sido como un sueño la última vez que ellos habían estado juntos. No podía olvidar que ambos habían ido a visitar la tumba de los padres de Nevra, ni podía olvidar su cara de sorpresa cuando ella llenó el suelo de flores. No podía evitar sonreír al recordar lo asustado que se había sentido el vampiro ante tantos estímulos que había en el mundo humano y que, por tanto, eran totalmente desconocidos para él. No podía olvidar que habían caminado por el bosque tomados de la mano, ni podía olvidar lo agradable que era sentir sus brazos y sus caricias apremiantes.

No me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora