Motivos

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HEllo :3 

He vuelto, tarde pero lo hice jaja... emm... nada que decir... sólo que las imágenes del fic son propiedad de YeiSi a quién pueden encontrar en el enlace externo que les dejaré.

Eso... voten... comenten...

Adios :'v

._._._._.

Motivos

Caminó feliz a la casa. La sonrisa ancha se dibujaba en su rostro pálido que contrastaba perfectamente con la oscura noche nublada.

—Ahhh... —suspiró feliz mientras abría el portón de su casa. —¡Annie, ya llegué! —exclamó para luego ver llegar a la melomantha. —Hola, cielo. —saludó a la familiar quien se acercó volando para posarse sobre su brazo.

Después de unos cuantos mimos, el vampiro se quitó las botas y se lanzó al sillón para descansar. Cerró los ojos mientras recordaba lo que había ocurrido con Erika hacía unos instantes atrás. Se mordió levemente el labio mientras a su mente llegaban las caricias y los besos que se habían dado.

Después de un rato, se levantó con el objetivo de alistar sus cosas para el otro día, esa noche no se bañaría, quería quedar, al menos por unas horas, con la esencia de Erika en su piel. Miró la hora y vio que recién eran las 23:00, no era tan tarde, no obstante, él debía estar temprano en el cuartel para hacer el entrenamiento general.

Sacó un vaso de agua, tenía mucha sed, lamentablemente no tenía sangre con la que alimentarse. Pensaba ir al otro día a pedir suplementos a la enfermería; allí siempre había reservas. Lavó el vaso que había ocupado y caminó descalzo por la casa. De pronto sintió un golpe en la puerta.

—¿Quién es? —preguntó.

No hubo respuesta.

—¡¿Quién es?! —volvió a preguntar.

Otra vez nadie respondió.

—Maldita sea, ¡¿por qué mierda no contestan?! —exclamó furioso a la vez que caminaba hacia la puerta... —¿Erika? —abrió los ojos. —¿qué pasó? —preguntó.

—Vine a buscar mi anticonceptivo...

—¿El jarabe?

—Sí, el que me dio Eweleïn para no quedar embarazada.

—¿No lo tienes en tu habitación?

—No. Recuerda que a la "gran Miiko" se le ocurrió que me viniera a vivir contigo porque los del Reino de Jade iban a llegar al cuartel.

—Ohh... ya veo. Debe estar en tu cajón... pasa. —la invitó.

—No, gracias. —se cruzó de brazos. —Sólo quiero ese jarabe.

—Hace frío afuera, pasa. —habló más autoritario, ni con eso ella quiso entrar.

Él la miró molesto, la felicidad de hace un momento se le había borrado al recordar que Erika hacía de todo por evitarlo.

—Como quieras... —murmuró cansado.

Siguió caminando descalzo hasta su habitación, allí buscó en el cajón que estaba del lado donde se acostaba Erika cuando ocupaba la casa. Rebuscó entre las cosas hasta que pilló un frasquito que contenía un liquido dentro.

Cuando volvió a la sala de estar, encontró a Erika sentada en el sillón mientras acariciaba a la melomantha. Una sonrisa tierna se formó en su rostro, una sonrisa que se apagó cuando ella se paró rápidamente al ver que él había llegado.

No me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora