A la espera de un abrazo

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Buenos días :3 Espero que se encuentren super bien!

Como siempre decirles que Eldarya pertenece a Beemoov y que los hermosos dibujos del fic están hechos por YeiSi, síganla por instagram ;)

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Nevra la abrazó una última vez, pero ella no le respondió; no quería hacerlo delante de los demás. Quiso demostrarle que ella no lo extrañaría a pesar de que eso era una mentira.

Los vio alejarse por el valle. Sus ojos violetas se llenaron de lágrimas de repente, ¿qué había hecho? lo había dejado ir. Al final, Nevra le había confiado todo su pasado, tal como ella había querido desde un principio, sin embargo, las cosas habían cambiado de la noche a la mañana, porque si bien durante esa noche Erika había sido muy clara en no querer intentar algo tal como el vampiro le había propuesto, esa mañana se veía totalmente arrepentida observando cómo el último mechón de pelo azabache de su amado se perdía.

Miró su mano, allí estaban los dos anillos que él había dejado. Las dos promesas de las que ella debía deshacerse. Una promesa que Erika le había pedido que olvidara.

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A la espera de un abrazo

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¿En qué momento exactamente las flores habían salido de sus capullos?

Se preguntó mientras caminaba. Su pelo corto flameaba con el viento. No tenía frío. Usaba su vestido kimono de flores estampadas y pompones a la altura de sus omóplatos, le resultaba bastante cómodo y muy práctico.

Sintió ese extraño peso en una de sus manos que le subía hasta la garganta y le obstruía fuertemente la respiración, agitándola. Pero hizo caso omiso de ese malestar y siguió el camino cerca del riachuelo.

Iba sola. Shaitán, el fiel gallytrot que nunca se separaba de ella se había ido con su dueño. Annie, en cambio, había decidido quedarse en la habitación durmiendo. Erika recordó a su antiguo Corko, el que había escapado, el familiar que le habían asignado y con quien nunca había logrado generar un apego. Con Annie era algo similar, a la melomantha le gustaba estar sola y era mimada sólo cuando ella quería mimos. Salía durante toda la mañana y llegaba a comer para dormir la siesta... era muy distinta a Shaitán.

Es obstinada igual que tú. —le había dicho Nevra un día, pero cuando este vio el rostro triste de la faelienne, volvió a hablar. —Pero te quiere... sólo dale su espacio.

Sonrió con un poco de tristeza y miedo. Volvió a sentir ese peso en su mano derecha. Se detuvo y la abrió para ver que sobre su palma estaban los anillos que Nevra le había dejado. Los observó con atención y recordó el día en el que él se los había colgado como un collar bajo la promesa de que siempre la protegería y estaría a su lado, pero al final ella había decidido liberarlo de eso.

Suspiró y cerró la mano. Lo extrañaba, pero estaba decidida a no perder la oportunidad de que ambos se separaran definitivamente, ella se desharía de los anillos y seguiría con su vida tal como lo había hecho hasta el momento en el templo. Miró hacia delante para ver una pequeña oruga cremosa que lentamente comía una hojita verde.

—¿Qué haces en el medio del camino, pequeña? —se agachó y miró de cerca la oruguita. Tocó el pasto de alrededor y al hacerlo sintió algo raro, como si la vida que allí había le perteneciera a ella y sólo a ella. Retiró la mano con un poco de miedo.

No me olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora