EVA
Hugo me hizo caso, ya habían pasado unos días desde que le eché, no sabía dónde estaba y tampoco me interesaba, o eso decía cuando me preguntaban.
Era lunes, lo que significaba que los niños tenían que ir al colegio y yo al trabajo. Nos despertamos sobre las 8h y fuimos caminando, ya que hacía muy buen día.
Los dejé en el colegio a las 9 y fui a la cafetería de al lado, pedí un café para llevar y me dirigí al trabajo.
Eva: hola - saludé a Manu, mi jefe, cuando entré a su despacho.
Manu: Eva? Qué haces aquí? - preguntó extrañado.
Eva: trabajar - respondí obvia.
Manu: no te han informado? - negué - no sé qué les dijisteis África y tú a los clientes de Ámsterdam, pero como han aceptado todo esta semana no tenéis que trabajar.
Eva: ah, qué bien - fingí, ¿ahora yo qué hacía? Se me caía la casa encima cuando estaba sola.
Volví al coche y medité a dónde ir, al final la respuesta siempre era la misma: la casa de Samantha, pues ella hoy no tenía que trabajar. Le mandé un mensaje avisándola y fui, hoy tenía más tiempo del habitual, pues Hugo me había pedido recoger a los niños.
Estuvimos hablando mientras nos tomábamos unas patatas y unas coca-colas durante horas. Sam me pidió quedarme a comer y acepté tras su insistencia. Sobre las 14h se escuchó la puerta, pensé que sería Flavio, pero me llevé una gran sorpresa.
Valeria: mamá - soltó corriendo hacia mí seguida por su hermano.
Eva: hola guapos - les saludé - qué hacéis aquí? No ha ido vuestro padre a por vosotros?
Hugo: emm, hola - saludó entrando al salón.
Sam: venga chicos - dijo a los niños - ayudadme a hacer la comida.
Eva: Sam, no hace falta que- me cortó.
Sam: ya habías aceptado - dijo mientras se iba a la cocina junto a los niños.
Eva: así que has estado aquí todo este tiempo - dije cuando le fueron y él asintió.
Hugo: oye Eva, déjame explicarte por qué lo hice?
Eva: por qué hiciste qué? Ponerme los cuernos? O hacerlo sabiendo que iba a volver?
Hugo: todo - nos sentamos en el sofá y empezó - hace un tiempo que quería cortar, pero no sabía cómo. Fue lo único que se me ocurrió.
Eva: vamos mejorando - dije sarcásticamente - joder Hugo, que ya no tienes 15 años - subí de tono enfadada - no puedes seguir siendo un crío toda la vida.
Hugo: lo sé Eva, y me arrepiento mucho de haberlo hecho así, pero ya no siento lo mismo que antes - sentí sus palabras como una puñalada en el pecho.
Eva: desde cuándo llevas queriendo que lo dejemos? - dije intentando mantener la entereza.
Hugo: eso no importa.
Eva: desde cuándo? - repetí más alto.
Hugo: puede que unos meses.
Eva: unos meses?! - grité indignada - hace tan sólo unos meses que nos casamos Hugo - chillé y él miró al suelo - ah, claro - dije entendiendo.
Hugo: lo iba dejando pasar y al final nunca lo hacía, como las dietas.
Eva: me estás comparando con una dieta?! - grité.
Hugo: no, no es eso - le interrumpí.
Eva: es la primera vez que me pones los cuernos? - tenía que aprovechar su sinceridad.
Hugo: no llegué a ponértelos.
Eva: has liado todo esto para dejarme? - intentó mirarme pero no pudo y volvió a centrar su vista en el suelo.
Hugo: sí - dijo con un hilo de voz - no quería hacerte daño.
Eva: pues te has lucido chico.
Hugo Jr: mamá - entró en el salón y mi cara de enfado cambió completamente.
Eva: dime mi niño - me acerqué a él y me agaché para estar a su altura.
Hugo Jr: me he manchado la camiseta - le fijé y vi la camiseta blanca nueva con manchas de tomate y su cara de susto por mi reacción.
Eva: no pasa nada - dije dulcemente, que su padre fuese imbécil no lo tenía que pagar él - vamos al baño y te cambias.
Le cogí y salimos del salón no sin antes echarle una mirada de decepción a Hugo. En ese momento sólo me apetecía llorar, pero no podía hacerlo delante del niño.
Cuando le cambié volvió a la cocina con Sam y Valeria, yo me quedé en el baño. De la tristeza y la frustración que tenía se me creó una angustia que me hizo vomitar, luego me lavé la cara y bajé para comer.