Pauline
Pasaron tres días desde que, Mariano, encontró a Víctor en mi apartamento y supuso algo que no era. Me crucé con Víctor en algunas ocasiones por los pasillos del edificio, dijo que varias veces intento comunicarse con Marino para aclararle la situación, pero este no le contestaba y cuando iba a buscarlo al hospital, siempre mandaba a decir con una enfermera, que estaba en consulta.
Decidí no darle más vuelta al asunto, al final, y en realidad, no le debía ninguna explicación a Marino; y así, mi cerebro me lo pidiera, no le iba hacer caso. Todo era cuestión de costumbre, pase tanto tiempo dándole explicaciones, que hasta ahora mi cerebro me lo pedía en modo automático.
Hoy tenía mucho trabajo, con el éxito de la inauguración del Mall, los inversionistas comenzaron a llegar en filas. Eso era bueno y si lograba buenos tratos con ellos, mucho mejor.
Alguien tocó la puerta de mi oficina, era mi secretaria, Julia, ya había trabajado con ella en otros proyectos, es súper eficiente y de mi entera confianza. Siendo sincera, me la robe de una empresa de marketing, ella ya había hecho trato con ellos, pero nada que un jugoso sueldo no pueda disolver y claro, ella siempre prefería trabajar conmigo.
La vi pasar por la doble puerta de cedro, con su peculiar traje negro formal, característico de los empleados del Mall, me dio una sonrisa y se dispuso a hablar.
— Señorita Román, el señor Carlo Duarte está aquí
— Hazlo pasar
— Enseguida — dijo Julia, asintiendo con la cabeza
Y pronto vi al empresario cruzar las puertas de mi oficina, me dio una sonrisa, la cual, correspondí por respeto.
— Buenos días, señorita Román — dijo
— Buenos días, señor Duarte, tomé asiento por favor — dije mientras le indicaba con la mano una de las sillas frente a mi escritorio — Ya tengo listo el contrato, solo esta para firmar — dije mientras buscaba el sobre con el nombre de su empresa "DUAR CARS"
Su compañía lleva muchos años en el mercado, recuerdo que mi padre me dijo que, desde siempre, habían trabajado con su empresa. En el caso de mi padre, el trabajo con Don Genaro, padre de Carlo. Así que, está firma, sólo era algo protocolar, su empresa ya estaba en el plan, incluso antes de haber comenzado la construcción del Mall.
— Aquí está — le pase el sobre
— Puedo darle una última leída — dijo Carlo
— Claro, no hay problema — y me puse a chequear otros papeles mientras él le daba el visto bueno
En esa conversación con mi padre, también, me comentó que era viudo y tenía una pequeña de seis años.
Esa edad tendría mi hija Marianne hoy en día, si el destino no se la hubiera llevado. La fecha de su cumpleaños se acerca, por lo que, tendré que ir a Tampa pronto. En ese entonces decidí enterrarla ahí, junto con todo mi dolor. Todos los años voy para su cumpleaños, le llevo un pequeño pastel y me siento a beber un vino en su tumba.
— Todo está perfecto — dijo Carlo, sacándome de mis pensamientos — disculpa, ¿no te sientes bien? — preguntó frunciendo el ceño
— ¿A qué te refieres? — pregunté
— Es que ... estas llorando
Automáticamente me toque el rostro y limpie las lágrimas
— No es nada — dije, tratando de darle una sonrisa — ¿firmamos?
El asintió con la cabeza, le pasé un bolígrafo y firmó, me pasó los papeles e hice lo mismo. Lo cual, confirmaba el ingreso de su tienda de autos en el Mall, se dedicaban a vender y alquilar autos. Son una empresa muy conocida, los turistas que llegan por pocos días suelen recurrir a ellos para alquilar autos de último modelo.
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Ruleta de Amor
ChickLitLa vida es un juego, una ruleta y dependiendo la cantidad que apuestes ganarás menos o quizá más. No podemos predecir quién se llevará lo mejor de la jugada, pero siempre alguien saldrá perdiendo, eso es inevitable. Durante toda mi vida escuché a m...