—¡Kat!
Yo no me llamo Kat.
Ni Katapulta, Karina o Katerine, mierda, baja ya.
Pero la chica a mi lado, sí.
Kat se despierta tan abruptamente que acaba tirándome de la cama con un empujón mañanero. Me quejo cuando estampo mi codo contra la alfombra de pelo blanco. Ella se asoma por el costado de la cama para hacerme la seña de que guarde silencio. Se lleva un dedo a los labios y yo lo sigo como idiota mientras mi ceño fruncido se desvanece.
Los recuerdos de anoche están difusos. Toda la situación lo está, por lo que no reconozco al instante el lugar en el que me encuentro.
No sé qué hago aquí, ni dónde es aquí.
Hay pintura rosa en las paredes y muebles blancos, alfombras de pelo y muchísimos frascos de perfume. Flores de plástico cuelgan de una pared junto a una pizarra de corcho llena de post-its y fotos en las que aparezco con el cabello extremadamente largo.
Todo huele a perfume caro y espacio limpio.
Así que no estoy en mi cuarto, sino en el suyo.
—¡Katerine!
—Métete bajo la cama —me dice mientras junta mi ropa y la tira dentro de la mochila más cercana.
Refunfuño mientras me arrastro como una oruga para meterme debajo del colchón.
«Al menos no me pidió que me meta en el armario, otra vez», pienso mientras me acomodo entre los zapatos que hay aquí abajo.
Algo me golpea la costilla mientras junto mis piernas para que no se vean. Tengo un palo de hockey a punto de cortarme la respiración.
Me quedo quieta y, cuando alguien entra en el cuarto dando un golpe a la puerta que no sirve más que para anunciar la interrupción repentina, dejo de respirar.
—¿Qué mierda quieres? —Por el tono que usa Kat, asumo que quien ha entrado al cuarto es Camilo, su hermano menor.
—Baja a desayunar.
Sip, es él. Reconozco el dejo de desdén en su voz, el mismo que usa su hermana para hablarle.
—No quiero.
—Es domingo.
—Me importa una mierda.
—Pues ve y díselo a mamá en la cara.
Una almohada cae cerca de los pies de Camilo. Él suelta una risa antes de escapar del segundo disparo de Kat. Sale de la habitación dando un portazo, y yo vuelvo a respirar.
Escucho que Kat suspira también y, segundos después, se arrodilla para mirarme.
El cabello rubio le cae en el rostro hasta que acomoda varios mechones detrás de su oreja. Entonces, sus ojos claros me miran con cierta preocupación, pero tranquilos, como cuando salimos de un examen que nos tenía preocupadas y ahora ya ha pasado. Sonríe, pero el gesto dura apenas unos segundos en su rostro.
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Acordes para Lila
Teen FictionLista de preocupaciones de Lila Cruz: 1. Su banda está a punto de disolverse. 2. La relación que tiene con su mejor amiga no es la mejor de todas. 3. Acaba de caer en el patio de una desconocida y lleva ropa interior de gatitos. *** La vida de Lila...