22 | Premio de consuelo

17.6K 2.8K 3.7K
                                    

Una vez que consigo que Nez suba los pies a mi cama y lo cubro con las mantas, abandono el cuarto sintiendo apenas un esbozo del dolor que se apoderará de mí mañana por la mañana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Una vez que consigo que Nez suba los pies a mi cama y lo cubro con las mantas, abandono el cuarto sintiendo apenas un esbozo del dolor que se apoderará de mí mañana por la mañana. Cuando despierte, seré más dolor que persona. Es lo que me llevo por ser buena amiga.

Paso por el baño para volver a echarme agua el rostro —porque el baño involuntario que me llevé intentando duchar a Nez no bastó para despertarme del todo— y salgo una vez que he logrado amarrarme el pelo de manera más o menos decente.

En el comedor, encuentro mi segundo problema de la noche.

Kat está sentada en el sofá, envuelta en una de las mantas que tomé del armario y con una taza de té enfriándose entre sus manos. Con la nariz inclinada hacia la infusión, mantiene la cabeza gacha.

—Oye.

Me observa mientras me siento sobre el sofá, bastante lejos de ella. Subo los pies al tiempo que ella levanta una segunda taza de té para mí. Sonrío, porque es todo el agradecimiento que puedo ofrecerle.

—¿Qué pasó?

—No sabía a dónde ir —empieza a decir, y se me ocurre que no podría haber elegido una peor frase.

Aparto la mirada cuando las palabras me queman en la lengua. Le doy un sorbo al té para tragarlas, para que algo me duela más que todo lo que quiero decirle.

—No quería dejarte plantada, pero... —prosigue.

—¿Pero? —inquiero. 

Kat levanta las cejas, traga, y vuelve a bajar la mirada.

—Pero ya sabes qué pasó, Li.

—No, Kat —digo—. No tengo idea de qué pasó. No tengo idea de por qué volviste a dejarme plantada, ni tampoco sé qué pretendes que haga ahora.

—¿Qué pretendo que hagas? —pregunta, frunciendo el ceño—. Eres mi mejor amiga, Lila.

—¿Y ahora quieres que actúe como tal?

—Pues, sí.

Me muerdo la lengua.

Kat suelta un bufido.

«Suficiente».

—¿Qué le pasó a Thiago? —pregunta, cambiando de tema.

—Se llama Nez —corrijo. No paso por alto el desprecio en la pronunciación de su nombre—. Fuimos a tomar algo con el resto de la banda.

«Porque tú me dejaste plantada».

—¿Sigue en pie? —dice.

Sé que no lo hace con mala intención, pero a estas alturas todo me suena demasiado agresivo. Como si hubieran saturado el volumen de los parlantes en un recinto. Hasta la música clásica es invasiva, demasiado para mi cabeza adolorida.

Acordes para LilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora