CAPÍTULO 1: LA MUERTE DE IZUKU

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—¡Deku-kun! ¡Cuidado!— gritó Uraraka con desesperación, su voz quebrándose entre el miedo y la impotencia, mientras observaba cómo su amigo, Izuku Midoriya, se tambaleaba frente al gigante que tenía enfrente.

Deku, malherido y agotado, apenas tuvo tiempo de girar su cabeza cuando una sombra colosal cubrió todo su campo de visión. Allí estaba Gigantomachia, su presencia titánica imponente, con una furia incontrolable marcada en sus ojos. Antes de que el joven héroe pudiera reaccionar, el monstruo lanzó un golpe devastador, su enorme puño cargado de brutalidad y poder, directo hacia él.

El impacto fue inevitable. El cuerpo de Deku salió disparado por los aires como si fuera una simple hoja de papel arrastrada por el viento. En ese momento, el mundo pareció detenerse. Su cuerpo, ya roto y desgastado por las batallas anteriores, mostraba signos de no poder resistir mucho más. Su pecho estaba gravemente perforado, con la sangre manchando su traje de héroe. El dolor en su abdomen, una punzada ardiente y constante, le recordaba lo cerca que estaba de su límite. A cada segundo que pasaba, parecía que su vida se escapaba lentamente con cada gota de sangre que caía al suelo.

A pesar de todo, a pesar de la tormenta de sufrimiento que lo invadía, Deku mantenía su sonrisa. Era una sonrisa débil, ensangrentada, pero ahí estaba, firme e inquebrantable. Esa expresión, aunque deformada por las heridas y el cansancio, irradiaba una fuerza indescriptible, la promesa silenciosa de un futuro mejor. Era la sonrisa de un héroe, la misma que había inspirado a tantos otros a seguir adelante, la que siempre había simbolizado la esperanza, aún en los momentos más oscuros.

El eco de la risa cruel de Gigantomachia resonaba en el campo de batalla mientras la tierra temblaba bajo sus pies, pero para Deku, nada de eso importaba. Aunque su visión comenzaba a nublarse y el dolor se volvía insoportable, su determinación no flaqueaba. Sabía que, aunque su cuerpo estuviera roto, su espíritu seguía intacto, y esa sonrisa era el último faro de luz en una noche que parecía no tener fin.

—¿Qué pasa, héroe? ¿No que me ibas a derrotar? ¿Que iba a desear no haber nacido?— dijo All For One con una sonrisa burlona, disfrutando de cada palabra mientras miraba a Deku, herido y agotado, retorcerse de dolor frente a él. El villano estaba a punto de continuar su discurso, pero fue interrumpido.

—¡ÉL TE DERROTARÁ! ¡SERÁ EL SIGUIENTE HÉROE NÚMERO UNO! ¡NO TENGO DUDAS!— gritó Uraraka con todas sus fuerzas, su voz resonando como un eco de esperanza en medio del caos, desafiando al imponente villano.

All For One se giró lentamente, su sonrisa se ensanchó con un aire de burla al escuchar las palabras de la joven.

—Oh... ¿Pero qué es esto? ¿Una novia?— murmuró con desprecio, justo antes de atravesarla con uno de sus tentáculos, sin dudar ni un segundo.

—¡URARAKA!— gritó Deku, su voz quebrándose mientras la veía caer.

All For One soltó una pequeña risa, apenas contenida por su máscara. —Oh... lo siento. Se me escapó— dijo, soltándola con una indiferencia cruel mientras su cuerpo caía lentamente al suelo.

El futuro símbolo de la paz, con el corazón latiéndole en los oídos, flotó lo más rápido que pudo hacia donde yacía su compañera, su mente nublada por el horror. La agarró con cuidado, desesperado, y la llevó rápidamente hacia un edificio cercano para ponerla a salvo. Al mirarla de cerca, su corazón se paralizó. La herida era mucho peor de lo que imaginaba. Su pecho estaba totalmente perforado, y la sangre manchaba su traje de heroína. La gravedad del momento lo golpeó con fuerza, dejando su mente en blanco, incapaz de procesar el dolor y la pérdida que se avecinaban.

—U-Uraraka... ¡¿Estás bien?!— preguntó Izuku, su voz temblando por la preocupación y el miedo que lo invadía.

Uraraka luchaba por mantenerse consciente, su mente nublada y confusa. —(Mi... vista... se hace borrosa... No puedo ver bien... ¿Qué es eso verde? Wow... pelo verde... ¿quién será?)— pensó, mientras sus pensamientos desordenados cruzaban su mente y luchaba por enfocarse.

REESCRIBIENDO LA HISTORIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora