Izuku está a punto de morir a manos del nuevo All For One, pero alguien lo salva cuando muere, retrocediendo hasta antes del primer día de clases de Izuku
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Después de trece días de patrullas constantes, durante los cuales Gran Torino le ofreció consejos en pequeños detalles, finalmente llegó el momento en que el anciano decidió llevar a Izuku a Hosu. Se encontraban a bordo de un tren bala, viajando en silencio, mientras el paisaje pasaba rápidamente a través de las ventanas.
Ambos se sentían relativamente cómodos, con la confianza que la rutina y el trabajo conjunto les había otorgado. Sin embargo, esa tranquilidad se rompió en un instante. Un fuerte estruendo sacudió el vagón cuando un gran agujero se abrió en la pared del tren, dejando a la vista a un extraño ser antropomorfo de color blanco que se abalanzaba hacia los pasajeros.
—¡NO TE METAS EN PROBLEMAS! —gritó Gran Torino, pero Izuku ya había desaparecido, lanzándose a la acción. El anciano suspiró resignado—. (¿Para qué me molesto?) —se quejó en voz baja.
Izuku corría a toda velocidad por las calles de Hosu, recordando lo que sabía sobre la situación. (Iida debería estar cerca... Si mis cálculos son correctos, Stain estaría a punto de atravesarle el brazo con la espada...) Pensando en eso, se giró rápidamente en la esquina de una calle y, tal como había predicho, vio la escena. El héroe asesino estaba a nada de herir gravemente a Iida.
—¡Air Force! —exclamó Izuku, lanzando una poderosa ráfaga de aire que impactó con precisión en la espada de Stain, partiéndola en tres pedazos antes de que alcanzara su objetivo.
Stain, sorprendido, se giró lentamente, buscando el origen del ataque.
—¿Quién se atreve a interrumpirme? —demandó, sus ojos llenos de furia mientras miraba en dirección al ataque, sin encontrar a nadie a la vista—. Muéstrate... o este joven pagará con su vida —amenazó, sacando un cuchillo y poniéndolo peligrosamente cerca de Iida.
—¡Air Force! —gritó Izuku una vez más, enviando una ráfaga de aire directo a la cabeza de Stain, haciendo que el asesino trastabillara, pero no lo derribó por completo.
—En serio... Muéstrate, y te prometo que te mataré rápido —murmuró Stain, su tono tan amenazante como siempre.
Antes de que pudiera reaccionar, un fuerte estruendo resonó detrás de él. Al girarse, Stain observó a Izuku. El verde y negro de su traje contrastaba con el ambiente oscuro, y sus ojos brillaban con una intensidad determinada. El traje de héroe, aunque hecho para proteger y salvar, parecía intimidante bajo las luces tenues de la ciudad.
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—¿Tú quién eres? —preguntó Stain, retrocediendo un paso con cautela, sus ojos fijos en Izuku.
—Soy quien vino a salvar al chico —respondió Izuku, manteniendo su pose ofensiva, con una expresión decidida.
Stain observó a Iida en el suelo y luego volvió la mirada a Izuku, evaluándolo.
—¿El chico que quiere venganza? —inquirió, sus palabras cargadas de desprecio. Izuku asintió lentamente—. ¿Y también quiere ser un héroe?
