MOLESTIA

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Jung Wooyoung

Estaba rodeado de diablos.

El hedor a droga inundaba el ambiente y provocaba presión en mi cabeza. Todo estaba muy oscuro exceptuando los focos que iluminaban a los luchadores del centro. Quizá todo aquel estímulo hacia mis sentidos era el motivo de que ya no pudiera ni reconocer a mis propios enemigos.

Aquellos diablos que me rodeaban mantenían el mismo estatus para mí; tanto los tíos de tatuajes grotescos como aquellos que pasaban billetes y lucían relojes dorados. Todos la misma mierda adornando el mismo infierno.
Oí gritos a mi alrededor provenientes de gente que reconocía mi rostro. No tardaron en hacerse audibles ciertos murmullos sobre mi identidad y los motivos por los que desaparecí de repente. Evité todo aquello oteando el horizonte mientras miraba por encima de las cabezas de la gente, hasta notar un apretón en mi hombro. Giré la cabeza y vi a Chansung sonreírme, confundiéndolo por un momento con uno de aquellos diablos. Aunque pensándolo bien, quizá no estaba tan confundido como yo pensaba.

-¿Listo? -preguntó en voz alta, para hacerse oír por encima del barullo.

-Más que eso -determiné, respondiendo para mí mismo.

Nos adentramos en la multitud aún más, por mi parte con los nervios a flor de piel. Sin darme cuenta los recuerdos volvieron a mi mente apretándome en la garganta como un nudo atascado.
Volvía a sentirme el mono de feria que era antes, el tigre enjaulado, el león marino que saltaba por los aros para entretener a su público. Me sumí en esos pensamientos con cara de estar comiendo un limón mientras apartaba los cuerpos de la gente con poca delicadeza. Fue entonces, cuando mis ojos se encontraron algo que mi mente no pudo procesar.

Era él. Joder, que era él.

Con su semblante sereno y sus alzados pómulos. La luz procedente del centro iluminaba la mitad de su rostro, haciéndolo parecer jodidamente etéreo.
Aparté la mirada bruscamente y tragué saliva, intentando librarme de aquel nudo que apresaba mi garganta. Sabía que podría encontrármelo allí, así que no comprendía el motivo de mi nerviosismo. Tenía cierto sentimiento de odio acumulado hacia él; por una parte no me agradaba ver que seguía haciendo su vida y acudiendo a esa mierda de lugar.

-¡¿Es él?! -exclamó la voz de Chansung a mi lado, mirando hacia donde estaba San.

Me extrañé pensando que se refería a mi San, pero mi mirada viajó hacia donde él miraba exactamente. Justo al lado del odioso pelinegro, se hallaba una cara que me hizo formar una mueca de incredibilidad.

-¿Yeo Sungwoon? -dije, afirmando más que preguntando.

-Es él -confirmó mi amigo.

-Imposible -declaré, soltando una risa desquiciada. Sungwoon hablaba con Donghyun distraído, rodeados de probablemente sus otros amigos, entre ellos San- No me lo puedo creer.

-Sabía que volvería. Hacía mucho que yo no venía al Ring, así que no sé cuánto habrá estado viniendo, pero me lo esperaba -se pasó las manos por el pelo y me miró sugerente- ¿Le digo a Woojin que cambie su contrincante por ti?

-¿Pelear de nuevo con Sungwoon? -pregunté, haciendo memoria del fatídico día en el que aquel loco perdió contra mí y prometió venganza- Claro que sí.

Chansung sonrió radiante y desapareció entre la gente guiñándome un ojo. A mí no me engañaban; ese tío, Yeo Sungwoon, solo acudía al Ring para buscarme, y si me quería, me iba a tener. Lo que en verdad me había descolocado por completo era que los dos fuesen amigos. Era algo tan remoto que obviamente jamás se me había pasado por la cabeza.

"Entre idiotas se comprenden".

No sabía qué me había enfurecido más; el rencor de un estúpido que no sabe superar una derrota después de años, la presencia del chico al que pensé que quería o la amistad mutua que mantenían entre ambos. Me subí la capucha para pasar desapercibido, notando mis extremidades tensas y con ganas de descargar mi furia. Mi verdadera personalidad se alejaba bastante de esto, pero ese lugar siempre lograba sacar al diablo que llevaba dentro.

Me moví del lugar en el que me había quedado parado para pasar desapercibido, y una tranquila Sojung detuvo mi paso. La chica traía un rollo de vendas y me sonreía afable, no pude hacer otra cosa que devolverle la sonrisa a pesar de mi mal humor, pues ella no se merecía un mal trato por mi parte.

-Hacía cuánto que no te veía, mi luchador favorito.

-Ya... -suspiré, comenzando a vendarme las manos y muñecas con algo de su ayuda.

-Cuando Chansung se ha presentado delante de Woojin y ha dicho que habías vuelto, ha sido como si Jesucristo hubiese resucitado -rio- Me he alegrado un montón. Woojin también.

Solté una risita, su actitud logró calmarme un poco.

-No sabía que era tan querido por aquí.

-Dudo que no lo supieras chico, te has hecho de oro -dijo, terminando el amarre de las vendas.

-Gracias -musité por el acto. Le di la espalda en cuanto pude para llegar hasta donde se encontraban Woojin y Chansung, admirando el círculo del Ring con concentración.

-No has traído el bucal -advirtió Chansung cuando se percató de mi presencia.

Dos chicos acababan de finalizar una larga pelea en la que uno había ganado, pero ambos parecían haber salido perdiendo por sus heridas. La escena me hizo pensar: "¿de verdad alguien sale ganando de esto?"

-No -le di la razón- Pero mejor. Quiero poder hablar.

Sí, claro que alguien salía ganando. Todos ellos. Los diablos que miraban y se lucraban a nuestra costa.

-¡Wooyoung! -me llamó Woojin- Toda una alegría volver a verte, hermano.

Forcé una sonrisa.

-Luego tomamos una cerveza, ahora entra ahí y reviéntalo -volvió a hablar, me atrajo hacia él y me dio unas palmaditas amistosas- Venga, es tu turno. Tu esperado retorno va a fabricar cientos de billetes.

Lo miré sin expresión, y volví la vista al frente. Chansung y él retrocedieron un par de pasos, dejándome vía libre. Mi Wooyoung interior, el real, el que quería marcharse corriendo de aquí y que desesperadamente necesitaba un abrazo, intentaba salir a la superficie.
Me planté justo en la línea límite del círculo, pisando con mis deportivas negras sobre la raya blanca, y alcé mi cabeza.

Un tranquilo Sungwoon estaba ocupado compartiendo un par de palabras con alguien que desconocía. Entró en el círculo, a mi parecer demasiado relajado, dando un trago a su botella de agua sin dirigirme ni un solo vistazo.
Sus amigos, incluido el chico del autobús, se hallaban a mis laterales, sin verme del todo gracias a la capucha. Esperaba con ansias su desconcierto.
La multitud soltó una ovación que provocó que Sungwoon levantara su mirada hacia mí, en el momento exacto en el que deslicé la tela de la capucha tras mi cabeza, dejando al descubierto mis cortas trencitas negras y mi serio perfil.

El shock fue tanto, que pude tomarme el tiempo de mover mis labios para hablar.

-Woojin, préndele a esa mierda. Esto necesita una buena banda sonora.

Cuando el caos se adueñó de aquel pequeño infierno, el estribillo de Side By Side de BewhY resonó en las paredes del lugar.

UNTITLED - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora