XXII

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Choi San

-Ni. De. Coña.

-Venga, tío... -insistió Jimin.

Así nos pasamos durante quince minutos seguidos en el salón de mi casa. La plática consistía en negarme a asistir al estúpido Ring mientras mi querido amigo no dejaba de insistir haciendo uso de todo tipo de tácticas. Bien podía seguirme poniendo pucheros o bien podía amenazarme con cualquier tontería.

-¿Qué ha sido ese ruido? -preguntó.

-¿Qué ruido? -me hice el tonto.

Se acababa de oír un golpe desde el segundo piso, y lógicamente habría sido el torpe de Wooyoung, pero mis amigos ni siquiera sabían de su existencia y yo lo prefería así.

-Pues lo que se acaba de oír, ¿o es que estás sordo? Subamos a ver -dijo, comenzaba a irritarme su insistencia por todo.

-No, no, será Donghyun haciendo cualquier cosa.

-Donghyun está en el Ring con todos -bufó.

-Bueno, da igual. Me da pereza subir.

-Puedo ir yo si quieres.

-¡Que no! -exclamé, era un poco raro para él el hecho de que yo me pusiera tan nervioso por algo tan absurdo, por lo que me calmé al instante- Tengo un gato ¿sabes? Habrá sido él.

-¿¡Tienes un gato!? -sus ojos se iluminaron de repente- ¡Quiero verle!

Tragué saliva.

-Mira, ¿sabes qué? Vamos al Ring.

Ahí se acabó la discusión. No pude hacer otra cosa que ponerme unas botas y agarrar las llaves con cara de fastidio para poner rumbo al sucio garaje.
Jimin parecía satisfecho cuando llegamos y pasamos por la abierta entrada. Sólo tuvimos que recorrer unas pocas calles para llegar allí.
Olía a humedad y los gritos de la gente se unían en un estruendo que podía oírse a una manzana de distancia. Miré a mi alrededor y no pude sentirme más fuera de lugar.

-Esto es -me mostró Jimin alzando una mano.

Miré al más bajito irónico. Hablaba como si estuviéramos admirando una suite presidencial.
Un par de chicas estaban peleando en el centro del gentío rodeadas de jóvenes y no tan jóvenes que alzaban sus voces en forma de ánimos o réplicas. Un chico admiraba todo de cerca, quien supuse que era el que declararía ganadora a una o a otra.
Había otros que se mantenían al margen y observaban en silencio, conversando o mascullando, a veces contando y pasando billetes. Supe desde el minuto uno que esos eran los peores.

Jimin saludó a nuestros amigos en la distancia, quienes se disponían a observar, hablar, y de vez en cuando exclamar.
Nos acercamos a ellos y recibí un par de palmadas en la espalda a modo de saludo.

-¿Apostáis? -preguntó Sungwoon.

-No -me negué enseguida- Demasiado que estoy aquí.

Sungwoon puso los ojos en blanco y compartió una mirada cómplice con Jungkook. Éste último me miró un par de segundos y volvió la vista al centro de nuevo.

UNTITLED - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora