X

2.4K 359 106
                                    

Jung Wooyoung

Esa noche fue de lo más extraña.

Tuvimos que dormir los dos en su cama porque San decía que no quería que Donghyun supiera que iba a vivir unos días allí. La verdad es que para mí mejor, pues su cama era espaciosa y el colchón estaba bastante más mullido que el sofá de abajo.

El sábado había llegado y yo no hacía más que recorrer la casa a pasos nerviosos. Donghyun estaba trabajando así que aprovechaba para estar a mi aire. Me recogí el pelo en un quiqui y me coloqué la bandana negra para que no me estorbase en el Ring. Lo hacía todo despacio y dudando, porque no sabía si tomarme un descanso de las peleas. Miré mi reflejo en el espejo.

-¡San! -grité desde el baño de abajo- ¡déjame ropa, porfa!

Nuestra amistad había evolucionado a una con un lazo más estrecho. Se podía decir que la incomodidad se había esfumado y nos habíamos acostumbrado en los pocos días que llevábamos allí.

San bajó las escaleras con un montón de ropa en la mano.

-Toma, elige tú. ¿Vas a salir?

Cogí el montón de prendas y le agradecí.

-Sí -dije, sin darle importancia. No quería por nada del mundo que me preguntara adónde iba.

-¿Adónde vas?

Suspiré.

-He... quedado -dije, me reñí internamente por sonar inseguro.

-Ah, yo me voy a trabajar. Si llego más tarde que tú, espérame abajo, y si no, pues timbra porque Donghyun estará durmiendo la borrachera.

-Vale.

Dicho esto, se fue. Observé que todas las camisetas que me había dado eran tallas demasiado grandes para mí, acomodadas para unos hombros como los suyos. Sin embargo, los pantalones parecían algo más pequeños que mi talla. Era irónico que estuviésemos proporcionados al revés.
Alcé las cejas cuando extendí ante mí unos pantalones de cuero negros, parecían elásticos así que seguramente eran la mejor opción. Me les puse junto con una camiseta negra de tirantes, la cual me metí por la cintura del pantalón. Los tirantes se me caían un poco pero daba igual, después de todo, iba a pegar palizas no a desfilar.

Salí del baño con actitud despreocupada y cuando llegué a la sala me encontré con San, sentado en el sofá pequeño.

-Oye, ¿no te parece que la ropa que tienes es un poco... explícita? Vamos, que con lo pegados que son los pantalones y lo holgada que es la camiseta, deja poco espacio a la imaginación -dije riendo, mientras me mostraba ante él.

Él me prestó atención y paseó su mirada por mi cuerpo, no supe identificar su expresión, pero subió y bajó las cejas.

-Mi ropa es normal, lo que pasa es que... -soltó una risa- a mí no me queda así.

-¿Me queda demasiado mal? -reí también.

-No, no. Demasiado bien diría yo.

Se levantó del sitio y se situó a mi lado. Siempre que le encontraba cerca, mi vista se iba hacia su ceja cortada y sus alzados pómulos.

-Creo que me estoy pensando en dejarte esa ropa como pijama -bromeó, aunque no estuve muy seguro de qué quiso decir con eso. Cuando iba a preguntarle, cortó mis palabras y anunció que se iba.

-Adiós. Pásatelo bien -se despidió.

"Yo también me voy a trabajar" me hubiese gustado decirle. Resoplé, cogí lo necesario y salí por la puerta poco después.
De vez en cuando me preguntaba cómo estarían mis padres, seguro que más a gusto que nunca sin mí en casa. Tenía sus números bloqueados en el móvil así que no tenía ni una sola señal de vida por su parte.

Era raro el hecho de tener que caminar sólo unas pocas cuadras para llegar al animado garaje del Ring. Normalmente tenía que coger un taxi desde mi barrio.
En cuanto entré por la desvencijada puerta corredera, la misma ovación de siempre me dio la bienvenida, a lo que sonreí, recordando lo bien que se sentía siempre.

-¡Wooyoung! -gritó una voz, aproximándose hacia mí- ¿por qué no contestas mis mensajes? Pensaba que ibas a venir a mi casa, como siempre.

Chansung se posicionó a mi lado y me pasó un brazo por los hombros.

-Lo siento, tío. Se me había olvidado completamente -me disculpé.

-Nada, no te preocupes. Tú céntrate en la pelea de hoy. Te toca con Taehyung.

Miré hacia el círculo vacío. La gente gritaba, bebía y reía a su alrededor, haciendo las clásicas apuestas justo antes de que el combate diese comienzo. Jeon Taehyung ya estaba preparado, con los pies sobre la línea, mirándome desafiante. Lucía una actitud chulesca, cabeza rapada y una bomber militar. Le recordaba porque solían decir que nunca perdía. Y desde ese momento, quise ser el que desmintiese aquel rumor.

-Vamos, Wooyoung -me llamó Sojung.

Caminé hacia la chica para que mis manos fueran vendadas mientras no le quitaba el ojo de encima a aquel sujeto. Me coloqué el bucal y, cuando quise darme cuenta, ya nos encontrábamos frente a frente.

-Qué guapo vienes hoy, leyenda del Ring -fue el saludo de Taehyung.

-Lástima que no pueda llamarte de la misma forma -respondí con una sonrisa.

-Eso ya lo veremos hoy. Es una pena que vaya a destrozar a tu cuerpecito de otra manera que no sea...

Aticé el primer golpe en su mandíbula. Intentó agarrarme de los brazos, pero me escurrí aprovechándome de mi agilidad. Maldijo, quiso darme un golpe en el rostro pero agaché mi cabeza y acabó golpeando al aire.
Estampé mi puño en su estómago pero el muy cabrón casi ni se inmutó. Como pensé que le iba a afectar más, bajé la guardia por un segundo, en el que me agarró por los hombros.
Nos miramos a la cara. Él me tenía sujeto, y era superior a mí en fuerza.

-Te tengo -dijo.

No pude ni asimilar la situación, pues vi las estrellas cuando me dio un cabezazo en la frente. Caí hacia atrás sin remediarlo en cuanto me soltó los hombros. Completamente aturdido, intenté centrar la vista en un punto, mas no sirvió de nada. Un momento después creí estar volviéndome loco, pues de repente sentí que volaba por los aires.
Mi cabeza se situó boca abajo y fue cuando tuve certeza de lo que estaba ocurriendo. Me había recogido del suelo y ahora me estaba cargando sobre su hombro.

Arañé su espalda pero todo lo que hacía era inútil. Pensé a toda velocidad, pero mis pensamientos fueron interrumpidos por el estallido de mi cuerpo contra el suelo cuando me tiró con fuerza.
Oí una ovación de gente excitada por la intensa pelea. Mi cadera había impactado de lleno contra el suelo, mi cuerpo cayendo de lado.
Apreté los dientes, pero sólo pude sentir el plástico del bucal, y una increíble ansia por vomitar se hizo presente.

Una sombra se cernió sobre mí, y cuando me di cuenta de que Woojin, el réferi, no iba a dar por terminada la pelea, no pude contenerme más.

-¡Para! -grité, jadeando- me rindo.

UNTITLED - woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora