Capítulo 70

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Dos semanas después:

—¡¿Qué son estas horas de llegar Harold, son las once de la noche!? —vociferó la madre de Harry.

—¿Tienes algún problema? Vengo de estar con mi hijo, ya sabes que salgo de la tienda y voy con él hasta la casa de Rashida.

—¡Quiero qué salgas de la maldita tienda y vengas aquí con tu esposa! —Decía indignada.

—¿Cuál es tu maldito problema? Quiero pasar tiempo con Harry, y sé que tú también quieres, he visto que te quedas dormida mirando sus fotografías, no lo niegues más y pídele disculpas a tu hijo.

—¿Yo, pedir disculpas, cuando fue él quien nos traicionó y mintió? Por Dios Harold, ¿qué ocurre contigo?

—Se acabó esta conversación, me iré a dormir, mañana tengo mucho trabajo... —decía al tiempo que iba a su habitación.

—¡No irás a ninguna parte... Harold! —gritó enloquecida, pero él hombre ni siquiera le contestó.

La mujer, cuyo corazón era de una roca, la cual era imposible de ablandar, se sentó sobre el sillón del living y lloró amargamente.

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Los días transcurrían con normalidad, Harry había comenzado a trabajar denuevo en el negocio de su padre, y eso le dió una razón más para vivir, pero no podía negar que extrañaba muchísimo a su madre, aunque supiera que ella lo aborrecía.

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Eran las ocho de la noche, y la madre de Harry se encontraba sola en su casa, sabía que su esposo llegaría tarde una vez más, toda esa situación la estaba hartando.

La desdichada mujer tomó una vez más las fotos de su hijo cuando era niño; no podía dejar de observarlas, se preguntaba a ella misma que rayos había hecho mal en la crianza de su hijo. Recordaba una y otra vez lo que podía y no encontraba una respuesta.

Vio con lágrimas en sus ojos, la fotografía donde ella podía verse más que felíz, con su pequeño bebé recién nacido sobre sus brazos. Luego frustrada, lanzó la foto sobre la cama.

Se colocó un saco y no lo pensó dos veces, iría al menos intentar hablar con su hijo.

Salió nerviosa de su casa y caminó dos cuadras hasta la casa de Rashida.

Al llegar, se percató de que las cortinas de la casa se encontraban abiertas, ella nerviosa caminó sigilosamente hacia la ventana, se cruzó de brazos, ya que comenzaba a sentir frío.

Se asomó cuidando de que nadie la viera.

Podía ver el comedor de la casa, al parecer estaban a punto de cenar.

Harold abrazaba a Harry mientras el chico acomodaba los platos sobre la mesa, allí también pudo ver a Lavell sentado y sobre su hombro tenía a Toby.

El ambiente se notaba alegre y relajado, hacían bromas y reían.

Rashida llevó una fuente con abundante comida y todos se acomodaron en sus asientos.

Elizabeth sintió un poco de bronca, sentía incluso que Rashida le había robado a su familia, sus deseos de hablar con su hijo se esfumaron, cuando vio a Harry besar a Lavell, esa imagen la hacía sentir incómoda y sumamente asqueada.

Por otra parte, su lado maternal le decía que debía ir corriendo a besar y abrazar a su hijo.

Se alejó del ventanal y fue hacia la puerta de entrada, levantó su mano derecha, estaba a punto de presionar el timbre... pero no lo hizo.

Agachó su mirada y tristemente se dió cuenta de que aún no se sentía lista para perdonar a su hijo, no se sentía lista para ver besarse a su hijo con otro hombre, no definitivamente no estaba lista.

Dió la media vuelta y rápidamente volvió a su casa. Sentía una mezcla de emociones, bronca, dolor, arrepentimiento, miedo, etc.

Ni siquiera cenó. La mujer se sentó en el living de su casa a meditar que sería lo correcto. Para ella era más importante una buena reputación, no quería en su casa a alguien que (según sus propios pensamientos) se consideraba enfermo y con actitudes aberrantes.

Disco Studio (LGBT)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora