Nadie en el cuartel se sorprendía por ver a Conway acompañado de Armando a pesar de que sus funciones fueran muy diversas. Con el transcurso del tiempo, los militares habían asumido que el ingeniero era el hombre de confianza de Conway y nadie se atrevía a tocar el tema en su presencia, por lo que su relación amorosa era un total desconocimiento a ojos de los demás. Llegar a asumir que eran pareja también se trataba de una idea totalmente descabellada, pues a pesar que Conway era un hombre viudo, continuaba llevando su alianza de matrimonio.
Ese día, Armando había dejado de lado su trabajo en el taller para subir al despacho de Conway, quien había pedido verle. Aun si la guerra había llegado a su fin y los Jaegers habían pasado a formar parte de la historia siendo expuestos en museos, el jefe de los ingenieros seguía teniendo tareas en las que ayudar, bien revisando maquinaria de la base o en el mantenimiento de los vehículos militares. Por eso le molestaba haber subido hasta el despacho y que Conway estuviera más centrado en la pantalla de su ordenador que en él.
— ¿Qué quieres? Tengo trabajo que atender — rechistó Armando. Conway siguió centrado durante unos segundos más en sus cosas, pero éste primero sabía que lo hacía a propósito para molestarle.
— ¿Podemos continuar la puta conversación de ayer? ¿O vas a volver a irte?
Sabía que a Conway no le hacía demasiada ilusión que Armando se sentase en su despacho con el mono de trabajo sucio, pero probablemente no iban a tener una conversación en buenos términos, así que se sentó de todas formas en lugar de quedarse de pie de brazos cruzados como habitualmente lo hacía.
— Me fui porque no quería discutir contigo, pero si estás tan determinado a que hablemos de esto a pesar de saber que es un tema conflictivo, adelante. Haz lo que quieras.
— Tu puta actitud paternal interfiere en mi trabajo, no tienes que intentar ser cercano a Horacio.
Sentado enfrente del escritorio de Conway, Armando se cruzó de brazos y su mirada se volvió más afilada.
— Sabes que no puedes darme órdenes en lo que se refiere a mi vida personal, ¿no?
— No puedes cuidar al muchacho a la distancia, Armando.
— Ni tú tendrías que ser tan duro con él, pero irás directo al grano porque para ti todo es trabajo y todo vale — Armando suspiró sin tratar de ocultarlo. —. Jack, el muchacho acaba de sufrir un suceso traumático. Tú más que nadie deberías entenderlo; tu caso fue similar. ¿No puedes dejarlo tranquilo por una temporada?
— El mundo es una mierda: si lo dejo tranquilo, lo pisarán por otro lado.
Una vez más, aquella conversación estaba yendo por un punto al que Armando no le agradaba y estaba totalmente convencido que nunca llegarían a un punto donde se pusieran de acuerdo. Así que se puso en pie, dispuesto a dar la conversación por terminada y regresar a sus obligaciones.
— Mira, no quiero discutir. Que cada uno haga lo que quiera y no toquemos más este tema. Regreso al trabajo.
— Armando.
A pesar de escuchar su nombre ser pronunciado, el susodicho no miró hacia atrás para ver qué era lo que ahora quería Conway. Por lo que, tragándose su orgullo, Conway tuvo que levantarse y tomar de la muñeca a Armando para evitar que se fuera de la habitación.
— Armando, joder.
Esta vez, Armando no suspiró pero cuando se giró para ver al otro hombre, no se le veía igual de paciente que siempre. Porque incluso una persona calmada como él podía llegar a agotarse.
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Черный ✬ дельта
Science FictionPacific Rim AU. Tras dos arduas guerras que enfrentaron a los Kaijus contra la humanidad y en la que estos últimos vencieron, nos encontramos en una sociedad que tiene que aprender a volver a vivir sin el miedo constante a ser atacados. En especial...