Capítulo 2

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Las noches eran la parte del día que se le hacían especialmente eternas a Horacio. Durante el día, en muchas ocasiones surgían quehaceres en los que él podía ser de ayuda y, al final, acababa encontrando un entretenimiento con alguna cosa u otra. Sin embargo, por la noche era totalmente distinto, las luces se apagaban a una hora que a él se le hacía exageradamente temprana y todo aquel que no tuviera una función que atender en horario nocturno se suponía que debía retirarse a su habitación a dormir; de esa forma funcionaba la vida militar. Pero Horacio era incapaz de cerrar los ojos y quedarse dormido con facilidad, por lo que no era de extrañar que se pasase con el móvil pegado a las manos hasta altas horas de la noche.

Eran las tres de la madrugada cuando estaba visualizando videos de gatitos y fue interrumpido por una videollamada entrante; no lo pensó demasiado y simplemente la aceptó. De hecho, de haberlo pensado más concienzudamente la habría rechazado.

En la pantalla se veía a un sorprendido Nikolai que portaba unos cascos que se iluminaban con LEDs que cambiaban de color y que tenían forma de orejas de gato. A su lado, Horacio se mostraba cansado, pero no pudo reprimir una carcajada cuando vio a su amigo con esas fachas.

¿Pero qué mierda llevas en la cabeza, Niko?

Son de Yuu. Yo qué sé tío, pero al menos con ellos se escucha de puta madre. — Nikolai actuaba como si no le hubiera afectado, pero sin duda el comentario le había tomado desprevenido. — ¿Qué haces despierto a estas horas?

Tú también estás despierto.

Claro que estoy despierto, en Tokio son las cinco de la tarde.

Touché.

Horacio se había acostumbrado a que todos sus amigos habían tomado caminos distintos en la vida por lo que también había perdido el contacto con la gran mayoría. Sin embargo, Nikolai era de los pocos con los que hablaba a menudo aunque hubiera un océano separándolos. Su amigo se extrañaba cuando le contestaba las llamadas a altas horas de la noche, pero lo cierto era que Horacio solo acababa por dormirse cuando estaba totalmente exhausto, por lo que no dormía a horas convencionales.

¿Y qué tal las cosas por allí? A parte de que te estás convirtiendo en un otaku como tu novio.

Quitando que el japonés es un idioma de locos, no puedo quejarme: con Yuu estamos guay.

Para él era esperanzador ver que uno de sus amigos le iba bien en su vida sentimental. Él no había tenido esa suerte pero no por ello deseaba que todos fueran unos infelices. Además, Nikolai había tomado una gran decisión al mudarse a un país cuya cultura e idioma no tenían nada que ver con sus raíces; un cambio tan drástico no siempre funcionaba a pesar de la idea de que el amor podía con todo.

¿No estabas yendo a clases de japonés o algo así me dijiste la última vez?

Continúo yendo a clases, pero luego salgo a la calle y todos esos palitos me parecen dibujos en paint indescifrables. Soy un tonto para los idiomas, lo admito. Luego me comparo con Yuu que todo lo académico se le da genial y me siento idiota, pero mientras no se harte de mí, estaré bien.

Horacio normalmente no hablaba con Yuu; en primer lugar porque no consideraba que fueran tan cercanos y, en segundo lugar, porque era alguien que no gozaba de mucho tiempo libre y era evidente con el hecho de que cada vez que hablaba con Nikolai, él nunca estaba en casa. Al parecer al japonés le fascinaba su nuevo empleo de docente en la universidad ya que también le permitía aprender mucho más en su campo al mismo tiempo. A la pareja se la veía feliz con esa dinámica, así que Horacio no era nadie para juzgarlos.

Черный ✬ дельтаDonde viven las historias. Descúbrelo ahora