Las primeras semanas de las vacaciones forzadas de Horacio, el chico se había intentado mantener positivo (dentro de sus posibilidades) y buscó mil maneras distintas de emplear su tiempo libre para no quedarse de brazos cruzados sin hacer nada.
Después de que su aspecto físico cambiase radicalmente en su paso por Rusia, decidió que quizás era el momento adecuado para dejar de parecer el militar que no sentía que era. Se había rapado por completo cuando había estado en las tierras soviéticas, pero ahora, meses después, su pelo castaño había crecido lo suficiente como para que el flequillo le molestase en los ojos. Su primer cambio de look no fue nada radical y no involucró colores extraños como hubiera hecho en el pasado; simplemente se cortó un poco las puntas para que no fuera molesto y se tiñó el pelo de rubio, porque su color natural nunca le había gustado. Su barba y sus cejas también cambiaron a ese color, pues a Horacio nunca le había parecido estético tener el pelo rubio pero tener unas abundantes cejas negras.
Estuvo unos días moviéndose entre el cuartel y la ciudad, siendo bastante problemático percatarse que no tenía licencia de conducir ni vehículo propio, así que acababa dependiendo de compañeros que necesitasen acercarse a la ciudad. No fue difícil para Horacio conseguir una licencia, simplemente hablar con sus superiores para que se la tramitaran: había pilotado Jaegers, ¿Cómo diantres no le iban a permitir conducir un coche?
Sin embargo, a la hora de la verdad y con su licencia de conducir entre sus dedos, Horacio no se compró un coche para desplazarse con independencia, sino una moto. Si alguien le preguntaba, él respondería que era una cuestión de estética o en algunos casos, que comprarse una moto era más barato que costearse un coche, pero aquella no era la verdad detrás de esa elección.
A veces se sentía estúpido por pensar de ese modo, pero le daba la sensación de que tener un coche era como algo más familiar o que incluso, compartirías para llevar a tus colegas algún sitio y aquella idea solo hacía más que reafirmar la soledad que iba creciendo dentro de Horacio. No quería conducir un coche y pensar cada vez que conducía en que el asiento del copiloto nunca iba a ser ocupado por nadie, mientras que cuando conducía su moto no solía tener ese tipo de pensamientos. Simplemente se dejaba llevar por el camino que las carreteras dictaran, sin mucho más que ocupara su mente. Además, teniendo una de esas motos con un asiento muy bajo y alargado, no era precisamente cómodo para llevar acompañantes.
No importaron los esfuerzos de Horacio para tener días atareados, al final llegó un punto donde se quedó sin inspiración para encontrar tareas con las que entretenerse. Sentía aquella extraña sensación de sentirse atado a su pequeña habitación del cuartel, y como consecuencia, su ánimo había vuelto a decaer por sentir que su vida estaba vacía.
Los días de Horacio empezaron a ser un altibajo emocional sin ningún tipo de patrón consistente: a veces se encontraba más animado y se sentía con ganas de salir a pasear por el cuartel, pero a veces no tenía ánimos para dejar su habitación y se pasaba el día escondido bajo las mantas de su cama. Aparentemente no había nada en sus días que pudiera propiciar que fuera un mal o un buen día, era más una cuestión de su mente pasándole una mala jugada, y lo más molesto era ser consciente de ello.
La cuestión es que no quería ser una molestia para los demás, porque el hecho de que él no tuviera trabajo que completar en el cuartel no significaba lo mismo para sus compañeros. No quería ser pesado y que las pocas personas que consideraba como buenos compañeros, y no como simples conocidos le odiasen, ellos no estaban ahí para entretener a Horacio las 24 horas del día.
ESTÁS LEYENDO
Черный ✬ дельта
Science FictionPacific Rim AU. Tras dos arduas guerras que enfrentaron a los Kaijus contra la humanidad y en la que estos últimos vencieron, nos encontramos en una sociedad que tiene que aprender a volver a vivir sin el miedo constante a ser atacados. En especial...