Recibir ayuda de un profesional no era un camino lineal como Horacio hubiera imaginado en un inicio. Sí, había vivido en la ilusión de que si acudía a por ayuda de un psicólogo las cosas irían poco a poco a mejor y, aunque en términos generales esa era la realidad, no todos los días eran iguales. Había días en los que Horacio se despertaba y sí estaba mejor que el día anterior, pero había otros días en los que, sin motivo alguno, se sentía como si retrocediese pasos atrás en su recuperación. Era angustiante, pero comentando aquellas preocupaciones a su psicólogo se había percatado que aquello entraba dentro de su nueva normalidad.
Continuaba luchando contra los días en los que se despertaba mal y, poco a poco, empezaba a intentar darles valor a aquellos días en los que sí tenía ganas de vivir. Porque dentro de sí creía que estaba haciendo todo lo que estaba en sus manos para dar unos pasos hacía su mejoría; a pesar de que hubiera muchos días que le apeteciese quedarse en su cama y no acudir al hospital, Horacio se ponía en pie, se vestía y acudía semana tras semana para compartir sus preocupaciones con su especialista.
No iba a negar que las primeras semanas había visualizado el hospital como un enemigo... Si es que aquello tenía alguna clase de lógica, pero si tenía que expresarlo en palabras era así. Aquel sentimiento fue cambiando en su corazón con el transcurso de las semanas y, aunque en parte lo visualizaba como una obligación, había hecho coincidir las horas de consulta para luego poder tomarse un café nocturno con Claudio en su descanso. Era tan frecuente aquellas conversaciones en la cafetería para desconectar que incluso había conocido alguno de los compañeros de trabajo del doctor y, poco a poco, empezaba a sentirse menos como un intruso en el lugar.
Aquella se había convertido en su vida actual: Visitas al hospital cada semana y acudir casi cada día a ayudar al refugio de animales. Una vida que no era particularmente emocionante, pero era lo que ahora necesitaba para llenar sus días.
Siguiendo con la normalidad de su día a día, Horacio se dirigió a tomarse una ducha antes de partir hacía el hospital y verse con su psicólogo. Pasó su mano de forma descuidada por el espejo para quitar la fina capa de vapor que se había creado y poder observar su reflejo. Después de la guerra se había rapado su particular cresta violeta y no se había vuelto a realizar ningún tipo de peinado extravagante.
Su pelo castaño combinaba con su barba y aunque ciertamente no le quedaba mal, no podía evitar pensar que había perdido toda su esencia. Era difícil no pensar en aquellas cosas cuando día a día se encontraba a Claudio en los pasillos de su hogar. El doctor había asumido las consecuencias de su tatuaje facial y su pelo tintado, pero no dejaría a un lado quién era a pesar de tener una fuerte vocación médica y que su aspecto fuera a interponerse en su camino al éxito. Horacio le envidiaba por aquellos detalles, sin embargo, no lo formularía en alto.
Con unos jeans desgastados y una chaqueta que había sido descolorida por un accidente con la lavadora, Horacio acudió al hospital con un aspecto con el que no llamar demasiado la atención. Tenía que admitir que nunca había tenido un encontronazo como tal, pero era consciente de que era un piloto popular por la guerra pasada y era consciente de que a veces por la calle, la gente común le reconocía por sus hazañas. No era una sensación demasiado agradable, y por eso cada vez admitía que quizás la moto no había sido una mala adquisición, pues con el casco integral se dificultaba que le reconociesen.
Aparcó en el parking del hospital para no tener que recorrer una gran distancia y accedió por la entrada principal. A pesar de que normalmente Horacio andaba con la cabeza gacha, centrando su mirada en el suelo para tratar de que sus ojos no se cruzasen con los de desconocidos, esa vez no fue así. Hubo alguien más que llamó su curiosidad y su mirada no fue capaz de pasar aquel detalle por alto.
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Черный ✬ дельта
Science FictionPacific Rim AU. Tras dos arduas guerras que enfrentaron a los Kaijus contra la humanidad y en la que estos últimos vencieron, nos encontramos en una sociedad que tiene que aprender a volver a vivir sin el miedo constante a ser atacados. En especial...