El comentario que Armando le había dirigido a Conway minutos atrás no había sido un cúmulo de palabras desafortunadas. Él era una persona muy paciente que había aprendido a dejar que Conway tuviera su propio espacio para reflexionar, enfadarse y lo que necesitase. También había aprendido en muchas ocasiones a callarse cosas porque con las personalidades orgullosas de ambos, podía ser como una bomba a punto de detonar.
Aquello no significaba que tuviera que tratar a Conway entre algodones durante toda su vida. Eran adultos y debían comportarse como tal, por lo que si le preguntaba directamente lo que estaba mal: estaba dispuesto a contestarle sin tapujos. Tenía la empatía suficiente para entender que el cese de la actual guerra le traía recuerdos agridulces a Conway, recordando como había perdido al amor de su vida, su esposa, Julia.
En aquella situación, Armando solo podía apoyar a su pareja cuando tenía pesadillas y otorgarle su propio espacio cuando se agobiaba. Al mismo tiempo también era una sensación agridulce para él, porque se percataba que Conway no lo amaría con la intensidad con la que quería a su ex-esposa. Porque con la guerra no perdió solamente a su compañera de vida, sino al hijo que se encontraba creciendo en el interior de Julia. Cuando Conway se centraba tanto en su pasado y en no poder superar a Julia, implicaba que Armando pasaba a un segundo lugar en su vida y solo era importante cuando necesitaba un apoyo moral.
Conway era un hombre complicado y mantener una relación con él no era para nada una tarea sencilla, pero de alguna forma u otra conseguían hacerlo funcionar. En ese aspecto, Armando creía que era mejor que su romance fuera un secreto a ojos de los demás, así evitaban comentarios molestos que pudieran crear nuevos conflictos entre ellos. Además por parte de Armando no era un problema, no era su primera relación homosexual, pero para Conway si y todavía no era un tema natural para él.
La cuestión es que Armando podía ser un hombre paciente, pero al fin y al cabo era un hombre; con sus necesidades básicas. Que Conway no se dignase a tocarlo ni con un palo era algo que podía soportar temporalmente, porque al final tenía dos manos con las que satisfacerse él solo, pero que a la larga era una medida insuficiente. Por lo que Armando había acabado enfocando su atención en el trabajo, para mantener su mente ocupada en alguna cosa; lo cual había molestado a Jack por corresponder a ese vacío en su dinámica de pareja.
Pero como en la gran mayoría de ocasiones en las que tenían una discusión, acababan siendo peores que unos adolescentes en celo y acababan sucumbiendo a lo que su cuerpo les pedía: un poco de pasión. Conway reaccionó ante la queja de Armando sobre estar desatendido y se besaron ferozmente después de que el ingeniero fuera acorralado contra la pared. Suponían que esa era una de las pocas situaciones en las que agradecían que el cuartel fuera una especie de bunker y que, por lo tanto, no tuviera ventanas en las que los curiosos se pudieren asomar. Además, con la mala reputación que Conway tenía, tampoco nadie se atrevía a entrar en su despacho sin que se le hubiere ordenado y mucho menos, sin permiso de este.
Armando rodeó con sus abrazos a su amado, aferrándose en la espalda ajena como si de un acto reflejo se tratase y temiere que Jack se pudiera escapar. En contraposición, una de las manos de Jack agarraba con firmeza la cadera de Armando mientras la otra se encontraba despeinando su cabellera. Anhelando aquel frenesí de sus cuerpos incapaces de alejarse el uno del otro, solo eran capaces de continuar con aquellos besos desenfrenados. En lugar de sus lenguas danzando entre sí, sus besos eran más bien una pelea por quien era capaz de dominar el ritmo hasta que se quedasen sin aliento.
Era engorroso cuando la lujuria estallaba en horas de trabajo, porque a pesar de que las manos habilidosas de Armando podían librarse de la corbata y la camisa de Conway con facilidad; no sucedía lo mismo a la inversa. El mono de trabajo de Armando constaba de una cremallera bajaba del pecho hasta su pubis y con una sola pieza de ropa, se trataba de todo o nada. No era la primera vez que mantenían relaciones en el despacho de Conway y era una norma no escrita que ninguno de los dos acabaría totalmente desnudo. Después de todo, existía cierto riesgo por mucho que tener sexo en aquel lugar no fuera tan peligroso como por ejemplo, los vestuarios.
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Черный ✬ дельта
Science FictionPacific Rim AU. Tras dos arduas guerras que enfrentaron a los Kaijus contra la humanidad y en la que estos últimos vencieron, nos encontramos en una sociedad que tiene que aprender a volver a vivir sin el miedo constante a ser atacados. En especial...