Capítulo 29

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Narra Robert.

Mi padre, mi esposa y yo, llegamos a casa, ellos al saber del estado de mi hermana y la situación de los padres biológicos de ella, decidieron comprar una casa aquí. Mi madre se ha quedado con mi chaparra, pues mañana empezarán sus terapias.

Pueden imaginarse la alegría que sintió mi corazón, al escuchar a mi madre decir que mi chaparra ya había despertado, por suerte, estaba aquí en Londres, en una reunión de negocios, mis padres no lo saben, pero estoy seguro que mi hermana ya no regresará a California, así que decidí invertir aquí y Daniel me ha ayudado mucho con eso.

Eso será una sorpresa para ellos, porque aunque la matriz de esta empresa estará en California ellos pueden quedarse aquí, con mi hermana. Mi esposa, mi hijo y yo, también nos vendremos aquí, ya tengo personal capacitado y todo esta planeado, pues este proyecto se lleva acabo desde hace un año.

Mi esposa acomoda a nuestro pequeño, para dormir, mientras yo voy al baño a preparar la tina, mientras ella duerme a nuestro hijo, aún no puedo creer por todo lo que hemos pasado, solo espero que ya encontremos al desgraciado de Samuel y si va y busca a su madre, espero que ella haga lo correcto.

Salgo del baño, y voy por nuestras pijamas, que aun están en las maletas, cuando mi teléfono suena, me sorprendo al ver un numero desconocido, pero aun así decido contestar

- Johnson. - respondo con mi apellido y en la línea solo se escucha, una respiración un poco pesada. - Sí no dirá nada no quite mi tiempo. - digo un tanto irritado, a veces solo llaman por llamar y yo necesito el teléfono libre. Estoy a punto de terminar la llamada, cuando escucho la voz de una mujer.

- Señor. No cuelgue por favor. Soy, soy la... - Escucho como la mujer, se aclara la garganta. - Soy la madre de Samuel. - completa ella con nerviosismo. - usted me dijo que le hablara cuando Samuel apareciera, él... Él está aquí señor, y quiero que haga lo correcto, es mi hijo y lo amo, pero también sé que ha cometido un delito y tiene que pagar, aunque me duela, él tiene que hacer lo correcto. - no les voy a negar, que lo que la señora me dice, me sorprende, pues que madre le gustaría ver tras las rejas a su único hijo, pero ella tiene razón, y doy gracias a Dios que está señora es justa.

- Le agradezco su honestidad señora, de verdad, procure mantenerlo ahí, haré lo que esté a mi alcance oara que no huya. Samuel tiene que pagar lo que hizo aquí en Londres. - la señora solloza al escucharme.

- Señor, solo espero que se apure, él está dispuesto a irse, y no se cuanto tiempo esté aquí, ya lo perdí una vez, al menos sé, que si esta en la cárcel lo podré ver, y por favor, perdone por todo lo que mi hijo les hizo pasar, y espero su hermana se recupere pronto, por favor, vengan pronto. - es lo último que dice, pues termina la llamada.

No pierdo el tiempo y comienzo hacer llamadas, a mis hombres en California, ya después sle avisaré a Daniel y a Jack sobre esto.

- dime. ¿En que puedo ayudarlo? - sonrió para mis adentros, al escuchar la pregunta.

- Demian, necesito que tu y tus hombres, vayan a casa de Samuel y lo traigan a Londres, pero a la voz de ya, antes de que escape.

- Con que ese desgraciado ha regresado he, ni te preocupes, en unas horas estará allá, para rendir cuentas. - me responde, mientras escucho como él da órdenes.

- Gracias Demian, sabía que podía confiar en ti, movilizarse todo por acá para su llegada, gracias amigo. - de verdad que si Samuel no se escapa de nuevo, le deberé una muy grande.

- Para eso son los amigos Robert, para apoyarse. - asiento con la cabeza, como si lo tuviera frente a mí. Demian termina la llamada y a mi no me queda más que avisarles a los demás.
Al fin todo se está solucionando.
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Narrador.

Samuel por fin salió de aquel cuarto, con una pequeña maleta, en ella llevaba unas cuantas joyas de su madre y dinero que había encontrado, él se atrevió a robar aquellas joyas, ya que sentía que su madre no lo apoyaba y que lo estaba traicionando.
Encontró a su madre, sentada en la sala, llorando desconsoladamente, pues ella sabía que en poco tiempo llegarían por su hijo.

- Deja de llorar madre, que dudo mucho sientas pena por mi, no me ayudaste caundo Mariam me dejo sin nada, así que dudo mucho ahora te sientas mal por mi..

- No Samuel, estas equivocado, eres mi hijo y me duele todo esto, no, no entiendo en que momento cambiaste, te volviste un hombre frívolo, estuviste a punto de casarte, solo por tener un maldito estatus, ibas a lastimar a esa chica. Por favor Samuel, recapacita lo que hiciste fue grave, esa muchacha estuvo a punto de morir, tienes que pagar por lo que hiciste hijo, por dios, no te condenes más - le dijo ella, pero para Samuel, su madre solo decía barbaridades.

-Basta mamá. ¿No se supone que siempre debes de apoyarme? - pregunto enojado, por lo que su madre le había dicho, a Samuel se le estaba acabando la paciencia, estaba decidido a salir de su casa, cuando tocaron la puerta.
La señora se levantó del sillón y se fue directo abrir, ella sabía perfectamente quienes eran, así que ni siquiera preguntó y abrió aquella puerta.

Samuel no podía creer lo que veían sus ojos, pues aparecieron unos cuantos hombres frente a él. Él, al darse cuenta de lo que pasaba aventó la maleta y salió corriendo al cuarto. Cerró la puerta como pudo e intentó salir por la ventana, pero su huida le fue frustrada, ya que en el patio trasero también habían unos cuantos hombres.

Al ver que no tenía escapatoria, se maldijo así mismo.
Mientras Demian daba sus órdenes, Samuel fue rodeado por cuatro hombres, para Samuel ya no había escapatoria.

- Sueltenme maldita sea, déjenme ir. - gritaba y forcejeaba.

- Hay algo que tienes que pagar muchacho, te metiste con la familia equivocada, a demas, tienes una buena madre, pues ella no quiere que te condene más. Demian le dijo aquellas palabras y Samuel, vio con odio a su madre.

- ¿Te atreviste a traicionarme madre? ¿Y asi dices quererme? - pregunto Samuel a su madre, con la voz cargada de odio.

Sara, solo agachó la mirada, no se atrevía a ver a su hijo, pues le dolía aquellas palabras, pero en el fondo ella sabía que había hecho lo correcto, así que no le dijo nada y sólo se volteo, para no ver cómo sacaban a su hijo de su casa.

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Mientras tanto en Londres, las cosas para Samantha no eran nada buenas, ya que la habían separado de su hijo, no permitían que ella lo viera, Jack había dado ordenes específicas, él y Daniel creían, que haciéndola sufrir hablaría.

Samantha parecía una leona enjaulada, yendo de un lado al otro, la desesperación la estaba torturando, pues no sabía en qué circunstancias estaba su pequeño, no sabía si estaba bien o mal, si ya había comido o no.
La desesperación se apoderó de ella, al escuchar el llanto de su hijo a lo lejos.

- Maldita sea. ¿Qué que le hacen a mi hijo? Daniel déjenme salir de aquí, déjenme verlo por Dios, no le hagan nada, él solo es un niño, por favor hagan lo que quieran conmigo, pero dejen en paz a mi hijo. - ella ya se encontraba llorando, la angustia la estaba manatando pero aún así siguió hablando. - Daniel, Jack. Sé que todavía no tienen hijos, pero un día los tendrán y sabrán lo que se siente cuando te apartan de ellos, por favor déjame verlo, te lo suplico dejame estar con él, o dime que es lo que quieres de mi, pero dejame estar al lado de mi hijo, es lo único que te pido.

Jack estaba escuchando todo lo que ella decía, y sonreía, jamás pensó que el plan funcionaria.
El niño lloraba en los brazos de su abuela, pues quería estar en los brazos de su madre, ellos no sabían dónde estába su hija, aún así accedieron a cuidar de él, mientras Samantha regresaba.

Los días de días de Mónica estaban contados.

¿Podrías Volver A Amarme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora