~ Décimo Noveno

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— ¿Crees que estará bien hacerlo? — Preguntó pensativo, Hyungwon, con una de sus manos posada sobre sus labios para morder la yema de su pulgar apenitas con los dientes.

— ¿Por qué lo dices? — Hyunwoo, sentado a su lado en el suelo de la sala, le miró entre divertido y confundido — ¿Qué puede pasarle?

El castaño, entonces, le devolvió la mirada con una clara expresión de resignación y tedio. La mano que descansaba sobre su mentón ahora escaló hasta toparse con el armazón de sus anteojos y los elevó con un ligero movimiento de muñeca.

— Admitamos que somos dos topos al sol, lo suficientemente ciegos como para causarle una contusión al pequeño con tanto aumento — No quiso decirlo así, él realmente intentaba hablar con seriedad, pero el tono irónico en sus palabras con la expresión de hastío en su rostro solo logró que el moreno rompiera a reír sin más, sin hacer esfuerzo alguno en disimular sus carcajadas. Carcajadas que, prontamente, alertaron al infante que, unos metro más allá de ellos, se divertía construyendo una torre con sus coloridos cubitos de madera.

Jooheon se giró a verlos, perdiendo completo interés en sus juguetes y ahora enfocándose ahora en saber que estaban haciendo aquellos dos como para reírse de tal manera. Genuinamente curioso, se puso de pie y correteó hasta quedar a su lado y, por maña más que otra cosa, se dejó caer en los brazos del mayor de ambos dando un chillidito de felicidad, quien ya le esperaba sonriendo y con sus extremidades abiertas, dándole la bienvenida.

Le agradaba Nunu, era calentito y agradable, y siempre jugaba con Jooheon a lo que sea, además de que su comida sabía rico y podía comer todas las manzanas que él quisiera. Hyungwon también le agradaba, el castaño siempre cuidaba de él y siempre lo abrazaba o daba besitos, también jugaba con Jooheon y, aunque a veces fuera más autoritario o serio, era muy paciente y comprensivo. Al principio fue muy difícil para el pequeño, el poder comprender que sucedía a su alrededor tan de repente, como estas nuevas personas no le gritaban o eran malas sino que atendían a sus necesidades… y más. Es decir, en estos últimos meses Jooheon había descubierto y aprendido cosas nuevas y, con el tiempo, comenzó a darse cuenta que más cosas buenas le pasarían a su lado, y eso era agradable.

Si, a Jooheon le agradaba que ellos estuvieran a su lado ahora.

— Jooheoniee ¿No me darás un abrazo a mi también? — Hyugnwon acarició los rebeldes mechones negros que caian detras de la cabeza del pequeño, acercandose un poco mas con una sonrisa tierna en sus labios. Adoraba escucharle gritar… Si, podía sonar algo extraño de confesar, pero aquellos  grititos de alegría que, poco a poco, dejó de retener desde su fatídico encuentro con Caramelo, hacían a su corazón flotar y hoy, el pequeño se había levantado de excelente humor así que quería aprovecharlo.

Jooheon se giró para verle y marcó un leve puchero en sus labios, claramente no quería alejarse del cálido pecho de su pareja. No podía culparle, Hyungwon mismo encontraba problemático cuando debía dejar su puesto libre y marcharse de esos fuertes brazos que tan mal hacen a su raciocinio. Pero, un segundo después, el pequeño se incorporó y corrió a sus brazos con una radiante sonrisa que deslumbró la habitación, y el débil corazón del castaño.

Al final, la sospecha de Hyunwoo parecía ser cierta, al infante le gustaba mucho las muestras de afecto y cariño; y por supuesto que ambos estaban más que dispuestos a dárselos.

— Déjame intentarlo a mi — Se decidió entonces, el castaño — De todas formas, soy quien menos aumento tiene de los dos.

Y, teniendo cuidado, le explicó con palabras bonitas al pequeño lo que haría mientras se quitaba los anteojos del rostro para llevarlo hasta el de Jooheon. Llevaban unas semanas notando el curioso interés que el pelinegro mostraba por sus anteojos, el porque lo utilizaban, para qué servían, como servían y demás… Así que, Hyunwoo simplemente pensó en probar ponerle unos para que viera a través.

Serendipia || ShowhyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora