Capítulo 39: Dudas

464 87 15
                                    

Aitana lloraba mientras se despedía de Jimena en la videollamada... La echaba mucho de menos y se sentía egoísta de haber deseado la libertad e independencia que ahora tenía en París.

No podía negar que necesitaba su vida de antes, que quería a Germán a su lado, pero por otra parte París le había removido muchos sentimientos del pasado que no sabía cómo controlar.

No había tenido noticias de Henri; ignoraba si Valérie le habría hablado de aquel encuentro que tuvieron. Lo cierto es que la semana había pasado y no había tenido ni una llamada ni un mensaje suyo. Tal vez fuera mejor así, se sentía más tranquila de tener a Henri lejos de ella para evitar tentaciones innecesarias.

La Universidad y las prácticas tomaban mucho de su tiempo. Las horas libres las destinaba a hablar con su familia, Germán y la niña.

Con La dama española había avanzado poco. Siempre que leía se sentía extraña, y no quería confundirse más de lo que ya estaba.

Aquel día —viernes—, había terminado el segundo capítulo. Las emociones que le inspiraba la dejaban bien ruborizada...

"Tuve que despedirme de Ana; ella debía volver a casa y yo me brindé para llevarla en mi coche hasta Solferino, como ya era costumbre en los últimos días. Durante el viaje no dijimos ni una palabra. La búsqueda del cuadro nos tenía agotados, sin embargo yo sabía que se trataba de algo más. Esta tarde en mi  oficina tomé su mano y la miré a los ojos. Ana, esquiva pero nerviosa, me rechazó de inmediato. Ahora ni siquiera me habla.  Yo trato de buscar una buena excusa para romper el silencio, pero me siento inútil: hemos llegado a Solferino y tan solo le he dicho adiós".

Aitana suspiró. Aquel final de capítulo le hizo recordar a la abuela de Henri, quien vivía en Solferino. La anciana marquesa siempre fue muy amable con ella: le invitó a la fiesta en el bosque de Boulogne e incluso le obsequió un libro de arte que Henri le llevó a Valencia la última vez que se vieron.

Sin meditarlo mucho, Aitana se vio a sí misma encaminarse a Solferino presa de sus recuerdos y emociones del pasado. Estaba nerviosa; su conducta que distaba mucho de lo que se había prometido a sí misma: alejarse de Henri. Sin embargo allí estaba, bordeando el Sena y mirando a lo lejos la embarcación donde una vez pasó una primera noche de amor.

Negó con la cabeza para intentar olvidar y se acercó más a la casa; para su sorpresa, un Mercedes plateado que conocía muy bien se hallaba aparcado. Quedó inmóvil cuando en la distancia vio bajarse a Henri acompañado de una mujer castaña y joven que no conocía. Tal vez fuera su novia, era lo más lógico y ella de pronto se sentía estúpida por estar allí.

Por fortuna él no la había descubierto, pues estaba haciendo el ridículo. Henri tomó a la joven de la mano y entraron a la casa... El corazón de Aitana se llenó de vergüenza y decepción contra sí misma por lo que había hecho. Si en algún momento pensó que podría saludar a la marquesa o incluso verlo a él, había comprobado en una instante que sería un grave error.

Aitana se volteó con prisa y se alejó de aquella casa para tomar un bus. Temblaba de lo irritada que estaba y se sentía una mala persona por haberse dejado llevar por aquella novela.

Ana Villar era solo un personaje. No era ella, el detective no era él y los sentimientos no eran los mismos que los descritos en aquellas páginas... ¡Que peligrosa puede ser la literatura al inducir sentimientos y emociones que antes no se tenían!

Aitana llegó a casa de Marie. Se sentía un poco más aliviada luego de haberse retirado a tiempo del hogar de la marquesa.

Abrió la puerta y fue al baño a lavarse las manos. Aquel era un hábito imprescindible en los tiempos de pandemia. Luego se dio un baño y se cambió de ropa y se dispuso a revisar sus mensajes cuando el sonido de la puerta la sobresaltó.

No estaba esperando a nadie y Marie tampoco estaba, por lo que no debían ser visitas para ella.

Acudió al llamado y su corazón comenzó a latir a prisa cuando advirtió de quién se trataba.

—¿Germán?

Él la miraba con intensidad y debajo de su mascarilla podía advertir una sonrisa.

—Te necesitaba... —le dijo él por todo saludo.

Aitana le hizo pasar y después de asearse se miraron en silencio. Germán moría por estrecharla en un abrazo pero notaba cierta vacilación en ella...

Sin embargo, cuando pensó que Aitana mantendría la distancia, ella corrió a sus brazos y estos se cerraron sobre su cuerpo anhelantes.

—¡Dios mío, yo también te extrañé! —susurró ella antes de levantar su rostro para darle un beso.

Germán le acarició la mejilla y la besó despacio, con una intensidad que borró en ella cualquier rastro de temor o duda. Cuando estaba con Germán sentía que lo tenía todo...

—¿Cómo has aparecido sin avisar? —le recriminó ella riendo, sentada sobre sus piernas después.

—Tenía miedo de que me dijeras que no —contestó él mientras le tomaba una mano y se la llevaba a los labios—. Moría de deseos de verte y he ideado un plan para los dos...

Aitana le miró intrigada.

—¿Y Nana? ¿No la trajiste contigo?

Él negó con la cabeza.

—Era mejor que se quedará en casa. Cuando la situación mejore la traeré a verte.

—¡La extraño tanto!

—Y ella a ti, pero entendió que me ausentara por unos días...

—¿Unos días? —preguntó extrañada—. ¿Qué tienes en mente?

Él le sonrió feliz.

—Un amigo de mi padre está pasando la pandemia en Córcega con su familia. Me ha dejado las llaves con el conserje para que pase unos días aquí. He pensado que podrías mudarte conmigo durante la semana que estaré en París, a tu lado.

—¡Germán! —gritó ella abrazándolo—. Eso es maravilloso...

Él estaba satisfecho de ver su reacción. En los últimos días la había notado un poco extraña pero poco a poco volvía a ser la Aitana de siempre.

—Haré que estos días sean inolvidables —le prometió.

Ella le sonrió y corrió a su habitación para preparar sus cosas. Al parecer, las dudas habían quedado atrás.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
París para dos... ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora