Aitana le pidió a su madre acompañarla al hospital para ver a Germán. Margara no se negó, a pesar de no ser el horario habitual de visitas. De hecho, preparó algo de comer y lo llevó en una bolsa pues de seguro Germán tendría hambre. Aitana se preguntaba por qué su madre era tan amable con él, no era que habitualmente no lo fuera con sus pacientes o conocidos, pero con Germán estaba actuando de manera muy especial, era como si, en el fondo de su corazón, consideraba que él era un buen hombre para su hija.
Su madre condujo hasta el hospital y Aitana iba a su lado, era pura ansiedad y no sabía por qué. Al ir con Margara la dejaron pasar sin inconvenientes y llegaron hasta la puerta de la habitación de la niña, que todavía estaba dormida. Margara entró a la habitación y Aitana la imitó, pues con su madre se sentía con un poco más de valor.
Germán en cuanto las vio se puso de pie, y las saludó. De inmediato sus ojos se posaron en Aitana, que permanecía en silencio.
—¿Cómo pasaron la noche? —preguntó Margara.
—Bien, le agradezco por haber venido. Jimena apenas se quejó y dormí un poco, puesto que estaba bastante cansado.
—Es natural —contestó Margara—. Te hemos traído esto —le dio en la mano la bolsa que había llevado—, es algo de fruta y un bocadillo, imagino debes tener mucha hambre.
—¡No tenía que haberse molestado! —Germán estaba agradecido—. Ha sido mucha su gentileza, Margara.
—No te preocupes, Germán, es lo mínimo que puedo hacer. La comida de un hospital no es la más apetecible. Iré a ver un momento al doctor de este piso para saber cuándo le darán el alta a la niña. Con permiso.
Aitana no sabía cómo actuar una vez que su madre se alejó y se quedó frente a Germán.
—No era necesario que vinieras —le dijo Germán, era obvio que todavía estaba molesto con ella—. Llegarás tarde al Bufete.
Aitana se encogió de hombros.
—Puedes descontarme el día si quieres, pero necesitaba venir y ver cómo estaban. Ya sé que dudas de mí y de mis sentimientos, pero…
—¿De tus sentimientos? —él estaba perplejo y molesto a la vez—. ¿Y cuáles son tus sentimientos, Aitana? La última vez que hablamos de ellos me pareció que no tenías claro cuáles eran. Es por eso que se me hace tan difícil verte aquí, mostrando una preocupación por mí que no se corresponde en lo más mínimo con la relación que, en la práctica, tenemos los dos.
—Estás confundiendo mi amistad, mi apoyo, con otra cosa, Germán —le respondió ella—. No puedo negarte mi amistad en un momento como este, eso es algo que tendrás siempre independientemente de que…
—Yo no quiero tu amistad Aitana y lo sabes. Además, desconfío de ella, ya que no fuiste capaz de hablarme claro. Dejaste que me ilusionara y…
—Tata… —la voz de la niña los interrumpió.
—Hola, cariño —Aitana le dio la espalda a Germán y se acercó a ver a la niña—. ¿Cómo estás?
—Bien —respondió—. ¿Sabes que me hicieron tres agujeros en la panza? Papá me lo dijo…
—Lo sé, corazón, pero son pequeñitos… Dentro de un tiempo ni se te verán.
—¡Quiero irme a casa, Tata! —lloró.
Germán se acercó a la cama esta vez.
—Pronto cariño, pronto irás a casa —le respondió su padre.
La madre de Aitana retornó a la habitación con buenas noticias.
—Los médicos dicen que, si todo está bien, le darán el alta hoy mismo después del pase de visita —Margara hablaba bajito para que Jimena no la escuchara, puesto que no quería que se entusiasmara si por fin decidían no dársela—. Aun así, deben ser cuidadosos y reposar todo el tiempo. Los puntos se los quitarán en una semana.
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París para dos... ✔️
RomanceAitana Villaverde es una joven valenciana, recién graduada de Derecho. Visita París en el verano, su gran sueño, pero viaja sola... En esos días conoce a Henri Maunier, un guapo, rico y talentoso parisino que le hará conocer la ciudad de una manera...