Aventón pt. 2

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Después de que Tendo colgara la llamada, su mirada se había quedado perdida en algún punto del espacio.

Ushijima había vuelto a Los Ángeles. Se había separado de Oikawa y había vuelto a Los Ángeles.

Sus manos apretaron el teléfono, ya casi incapaz de resistirse al deseo de mandarlo todo al carajo y salir corriendo.

—¿Qué sucedió?- Goshiki aún seguía de brazos cruzados junto a él.

—Ha vuelto.- Tendo aun no podía organizar bien sus ideas.

—¿De qué hablas?

—Ushijima, él... viene en un vuelo de vuelta a Los Ángeles.

Tendo sintió que Goshiki tomaba sus hombros y lo obligaba a girarse de frente a él.

—¿Y qué vas a hacer ahora que sabes eso?

Tendo miró a los ojos de Goshiki, su mirada lo decía todo. Enseguida el japonés sonrió, incapaz de contener el alivio que sentía al ver que su amigo finalmente había sacado el valor de alguna parte.

—Bien, ¿a qué esperas entonces?- Goshiki palmeó sus brazos, incitándolo a reaccionar. —Hay un japonés sexy esperándote.

Tendo asintió mientras una sonrisa impacienta invadía su rostro. Aún estaba inseguro, a la enésima potencia, pero ahora que sabía que iba a poder ver a Ushijima y que este no había vuelto con Oikawa, no había forma de que se resistiera.

Guardó su celular en el bolsillo de la sudadera y agarró corriendo una chaqueta. Las llaves de su auto aparecieron encima de su escritorio desees de revolver un poco sobre el desorden que allí había. Tendo estaba impaciente, sabía que, si se daba prisa, podría alcanzar a Ushijima en el aeropuerto. Pero justo cuando iba a lanzarse corriendo rumbo a la puerta, sintió el agarre de Goshiki en el cuello de su chaqueta y se detuvo en seco, consciente de que, si seguía con el impulso que iba, probablemente se llevara a su delgado amigo a rastras.

—¿A dónde carajo crees que vas luciendo así?- Goshiki lo miró como si estuviera a punto de hacer la locura más grande de su vida.

—A buscar a Wakatoshi-kun.- respondió con obviedad. —Suéltame de una vez.

—No, no, no, no, mi querido amigo americano.- Goshiki retrocedió dos pasos y lo miró de nuevo. El pantalón manchado de grasa, la sudadera gastada, la barba, las ojeras... no, definitivamente no. —Tú vas a bañarte ahora mismo.

Mientras Tendo conducía, unos cinco kilómetros por hora por encima del límite de velocidad, rezaba en silencio porque no fuera demasiado tarde. Sabía que ya el vuelo de Ushijima había llegado hacía unos minutos. Si se daba prisa, tal vez lo alcanzara en el aeropuerto.

Pero no fue así.

Muchas miradas se fijaron en el Audi blanco que se detuvo con un frenazo frente a la entrada del aeropuerto, y muchas más se fijaron en la persona que se bajó del auto con un obvio sentido de urgencia. Pues ya Tendo no era aquel desparpajo que Goshiki había encontrado. No, señor. Ahora Tendo lucía como de costumbre: impecablemente sexy.

El cabello limpio y brillante, peinado con desenfado, recién afeitado y vestido con un pantalón negro y una camisa blanca. Gafas negras y botines complementaban en conjunto. Goshiki le había impuesto que, como mínimo, tenía que lucir así de bien si se iba a encontrar con el amor de su vida. Pero ahora mismo, eso no era lo que preocupaba a Tendo, sino el hecho de que, mirara cuanto mirara, no lograba encontrar a Ushijima por ningún lado. Dio un par de vueltas por el aeropuerto, inútilmente. Ushijima no se encontraba allí.

Chasqueó la lengua mientras maldecía su suerte y volvía a su auto. Solo le quedaba una cosa por hacer.

Semi le había enviado la dirección del apartamento de Ushijima Preferiría evitar tener que ir allí, pero, en vistas de las circunstancias, no le quedaba otra opción que hacerlo. A medida que iban pasando los minutos y su ansiedad aumentaba, se iba llenando con la sensación egoísta de no querer dejar ir a Ushijima. Definitivamente iba a remover cielo y tierra hasta que apareciera.

Sin disminuir la velocidad en ningún momento, se dirigió hacia la dirección que tenía. Su mirada se alternaba entre la calle y las fachadas de los edificios. Estuvo a punto de chocar unas tres veces por ello. Sin embargo, pisó aún más a fondo el acelerador cuando vio el edificio de Ushijima, un par de cientos de metros más adelante. Justo como Semi se lo había descrito: un edificio marrón con una florería en el primer piso señalada con un toldo verde. Definitivamente tenía que ser ese.

Su mirada se mantenía fija en el inmueble, ansioso y agitado, pero cuando miró de nuevo al frente, buscando donde detener el auto, vio de nuevo como ese suave y sedoso cabello castaño oscuro se removía con la brisa y su dueño caminaba, cabizbajo mientras contaba el dinero en su billetera.

Era el.

Tendo apretó el volante y lo giró con brusquedad.

Realmente era él.

Se dio cuenta que detuvo el auto a unos centímetros de las piernas de Ushijima. Se dio cuenta, también, de que parecía un loco manejando de aquella manera, pero no le importó. Notó la mirada estupefacta y casi irritada que Ushijima le dedicó al capó de su auto. Dios. Ushijima lucía como si hubieran pasado años encima de él. En solo dos semanas se había puesto así. Tendo pasó su lengua por sus resecos labios y respiró profundo antes de abrir la puerta del conductor. Saber que todo era real y que Ushijima estaba ahí, a un par de metros de él fue suficiente para hacerlo sonreír.

A pesar de todo solo verlo lo hacía feliz.

—¿Necesitas un aventón?

𝗛𝗶𝗴𝗵𝘄𝗮𝘆; 𝘂𝘀𝗵𝗶𝘁𝗲𝗻.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora