REVISTA

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Acaricié las sabanas debajo de las cobijas. Nada. Nadie. Otra mañana más despertando sola.

Pero estaba bien. Me había quedando hasta muy tarde estudiando para el casting que tendría en los siguientes días, no quise abrumar más a Giovani, ni desvelar a Diego para que me escucharan hasta el cansancio y vieran cómo fracasaba.

Serví un poco de agua en un vaso que ya tenía hielos. Regresé a mi habitación en completo silencio. Antes de darle un primer sorbo me subí al increíble artefacto que me recordaba los kilos de más que tenía. 200 gramos menos que la última vez que la utilicé.

Luego de regresarla a su escondite me debatí entre tomar más laxantes, o simplemente dejarlo pasar y tratar de continuar. ''Yo también estoy lista para ser la mujer de tu vida''.

Tomé aire y bebí solamente el liquido transparente que inundó de frescura mi interior. No quería llevarme entre mis mentiras a Giovani, bastante hacia con soportar a alguien como yo en su vida. 

La lluvia artificial calló sobre mi piel, ayudándome a entrar en calor. Mis piernas flaqueaban, como si no fueran capaz de sostener mi propio peso. En mi espalda aparecía nuevamente esa cobija de vello muy fino, al igual que en mis mejillas. Nueve kilos de más no eran suficientes para que mi cuerpo produjera su propia calefacción.

El cuerpo de Giovani reposaba a mitad de mi cama. Aún traía la pijama y su cabello estaba hecho un caos. Su tranquila respiración inundo la habitación. 

Mi cabello mojado cubrió su hombro y espalda cuando me acurruqué a su lado. Giró su cabeza para que sus ojos se encontraran con los míos. Sonreímos. - Buenos días, mi amor. -Susurré. Mis piernas se enredaron con las de él y mi brazo envolvió su torso.

- Me quedé esperándote en la cama. -Mencionó con sus ojos todavía adormilados.

Acaricié su mejilla. - Me quedé despierta hasta muy tarde, después no quise interrumpir tu sueño. 

Negó con una sonrisita. Se giró para quedar completamente de frente. Se encargó de pegarme completamente a él y me escondió entre sus brazos. 

Dejé un beso sobre su pecho cubierto de ropa. Escuchaba el sonido de su corazón. Estar así con él me hacia estar en calma. Alejada de todos mis miedos.

Unos pasos se aproximaron. Aún no lograba reconocerlos. A Giovani pareció no importarle.

La puerta entre abierta soltó aire cuando Diego la abrió con fuerza. - ¡Ay no, qué cursis! -Bromeó con una alegre sonrisa en su rostro.

Sin previo aviso y entre forcejoeos y risas, logró hacerse un espacio entre Giovani y yo. Se recostó bruscamente sobre el colchón. 

Él y yo no parábamos de reír, pero a Giovani no le había causado ninguna gracia. - ¡Qué pesado eres, Reyes! -Bufó. 

Volvimos a reír al unísono. Los tres quedamos viendo el techo sin decir algo más.  Diego me miró, cuando nuestros ojos se encontraron volvimos a reír. Ese chico me recargaba de energía sin tan siquiera pretenderlo. 

Comenzó a decir tonterías, hasta que Giovani se le unió y ambos comenzaron a reír. Sus risas les permitieron seguir diciendo más tontadas, hasta que el abdomen nos dolió. 

- Bueno, ¿Ya vamos a desayunar? - Preguntó Diego. 

Todo volvía a apagarme con una simple pregunta. 300 gramos menos. Mi cuerpo necesitaba calor. 

Ambos se levantaron entre bromas. Me quedé mirando el techo. No podía dejarme vencer nuevamente. 

Diego salió. Giovani se acomodó encima de mi y me miró directamente a los ojos. - ¿Pasa algo, bonita? 

ÁNGEL DEL DESTINO | Giovani dos Santos |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora