TODO REGRESA

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-Vamos, amor. Vístete ya. -Susurró. -No tardes. -Dijo con una sonrisa.

-Gio... -Lo detuve de la mano. -¿Tú cómo estás? -Me acerqué a él y acaricié suavemente su pecho.

Tomó a iré. -Bien. Perder no es fácil, pero es parte del proceso. No quedó en mis manos ese partido. -Respondió un poco más animado que la noche anterior.

Acaricié su mejilla. -Tuviste una maravillosa temporada. Eres el mejor jugador de tu liga... Eso sí estuvo en tus manos. Y lo lograste.

Me sonrió. -Estoy tranquilo, mi niña. El siguiente torneo se vuelve a empezar.

Dejé un beso en la comisura de sus labios. Anteriormente una derrota le costaba mucho trabajo asimilarla, se frustraba y encerraba en él mismo, no solía decir cómo se sentía. Lo mismo sucedía con las lesiones, más que el daño físico, el emocional lo debilitaba de todo.

Ahora era distinto. Se tranquilizaba un poco más, cada día comenzaba de nuevo si algo no salía bien, me hablaba de lo que sentía (aunque todavía le era difícil), invertía más tiempo en prepararse, se quedaba más tiempo en el club para entrenar  y pedía terapías, aunque incluso no fuera necesario. Él había dejado de hacer muchas cosas 'porque las necesitara', y comenzó a hacerlas porque eso le ayudaría a mejorar en un futuro. Tenía tanto que aprender de él.

Arrastré los pies detrás de él. Me esperaba en la entrada del local para tomar mi mano. Diego y Eder ya nos esperaban. Entrelacé mis dedos con los de Gio y tomé el brazo de Diego con mi brazo libre.

Entramos a un comedor orgánico que le habían recomendado a Reyes. Las paredes estaban pintadas a blanco y verde, había plantitas por doquier, almacenes de madera, popotes de bambú y panquecillos recién horneados. Muy a lo lejos se escuchaba música, clásica.

Esperamos unos segundos a que nos hicieran pasar a una mesa. Giovani tomó mis brazos y comenzó a moverlos al ritmo de la música, a la par que él intentaba bailar.

Todos comenzamos a reír y su hermano también comenzó a bailar y a bromear. Por fin entramos, tomamos nuestra mesa y comenzamos a ordenar.

Tomé un gran respiro. Al menos había opciones veganas y muy healthy. Nunca iba a dejar de sentirme incomoda cuando me tocaba pedir mi comida, pues siempre me miraban extraño y sentía sus ojos juzgarme. Todos, todo el tiempo, lo hacían.

Ellos comenzaron a platicar, Eder había terminado de desocupar su departamento; Diego aprovecharía el tiempo que le quedaba aquí para verse con unos amigos, pues su plan era pasar los playoffs con nosotros, pero ya no habría más, al menos de nuestro equipo, Giovani descansaría unos días y comenzaría con su entrenamiento personal.

- Yo, bueno... -Todos me miraban. -Yo tengo salud. -Reí. Solo Giovani lo hizo junto a mí. -Venga, que ni eso. -Mi sarcasmo había muerto. Siempre fuera de lugar.

La comida comenzó a llegar. La mesa era un caos con tantos platillos, ojalá tener su metabolismo para poder comer de la manera en que ellos lo hacían y no engordar.

Tomé mi plato, bebí mucha agua antes de comenzar a devorarlo. Pasaba mucho tiempo cortando la comida en pedazos pequeños y me aseguraba de masticarlo más de 30 veces. Ellos entre risas y platicas no se daban cuenta, y la vida me pasaba entre dientes, contando cada caloría, pensando en cuanto tiempo me tardaría en digerirlo y desecharlo.

El mundo se detenía, o desaparecía siempre que comía, dejaba de escuchar, de poner atención, de ver a los ojos a las demás personas.

Masticaba mirando la enorme pantalla que había a unos metros de nosotros. Un noticiero que no tenía la atención de nadie. Bebí un sorbo de agua fría. Giovani se hacia protagonista del programa.

ÁNGEL DEL DESTINO | Giovani dos Santos |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora