EL SUEÑO TERMINÓ

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Una mañana ES-PAN-TO-SA. Llena de gritos, regaños y llanto.

Había tenido una fuerte discusión con otro conductor al término del programa, aquello me había costado mi trabajo.

Estaba increíblemente mal. Después de hacer mi trabajo, me dirigí a las oficinas del canal para hacer los procesos correspondientes, me liquidaron y el sueño había terminado. Había durado muy poco.

Sentía que nada había valido la pena, que absolutamente nadie valoraba todo el esfuerzo que yo hacía. Sentí que todos se burlaban de mi, como siempre; todo se me estaba viniendo abajo, sin poder evitarlo, ni detenerlo.
...

El estridente ruido del timbre se sentía como una motocierra cortando mi cabeza, tenía una jaqueca muy intensa, no había dormido ni un solo momento en toda la noche, no había parado de llorar ni un solo segundo, estaba mareada y las arcadas eran constantes.

El timbre insistía. Era Dave.
Sin decirle nada le permití la entrada y regresé a mi habitación seguida por él.

-¿Por qué no has ido a trabajar? -Preguntó sentándose junto a mi en la cama.

-Tuve una mala noche.

Tomó mi cara entre sus manos. -Te ves fatal. No parece solo "una mala noche".

Guardé silencio y el llanto se apoderó de mí. Me sentía avergonzada.

-¿Qué pasa, bonita? ¿Te sientes mal? -Me abrazó por los hombros. -¿Qué te duele?

Sentí que el aire me faltaba y el cuerpo me pesó más de lo normal. -Me corrieron, Dave. -Solté casi en un susurro.

-¿Por eso estás así? -Se levantó. -Laia, un empleo no vale tu salud. -Regañó.

-No es un empleo, Dave. -Y ahí fue que sentí el peor dolor de mi vida, sentí como cada parte de mi corazón se abrió y mi alma se rompió. Una sensación muy extraña invadió mi cuerpo y me dió un dolorcito en cada milímetro de mi cuerpo. -Era mi sueño. Estudié cada maldito día de mi vida, lloré cada estúpida noche, días leyendo, escribiendo, para dedicarme a esto. -Solté. -La ilusión de poder ejercer es lo que me ha hecho sobrevivir. -Mis manos y mis pies no podían temblar a mayor velocidad, una arcada volvió a formarse desde mi estómago y la tierra se me movía sin piedad alguna.

Dave se acercó a mí, me abrazo. -Laia, estás muy mal. ¿Quieres que llame a un médico?

Negué.

-Tú vas a seguir dedicándote cada día a lo que amas, vas a cumplir tus sueños y vas lograr todo aquello que te propusiste y mucho más. Pero por ahora ya cumpliste el primero. -Me giró para verle de frente y yo sentí que me desarmaría. -Quiero que te duermas, que comas y te recuperes. -Negué. -Ya ENCONTRAREMOS otro trabajo, y te prometo que esto será solo una experiencia más para tu currículum.

No me permitió hablar más. Tomé las pastillas para los vómitos, el mareo y el dolor de cabeza. Se recostó a mi lado hasta que logré dormir.
...

El estridente timbre volvió a sacarme de mis casillas. Dave ya no estaba. Me levanté resignada y todavía adormilada.

Abrí la puerta de mal modo y mi mundo se detuvo al ver parado a Gio frente a mi.

Tapé mi cara con mis manos. Saqué aire. -Gio... No me siento muy bien. -Susurré. -¿Será que puede ser otro día? -Pedí.

-He pasado a buscarte a tu trabajo. -Mi corazón recobró vida por unos segundos. -Me preocupé mucho cuando lo supe, y ahora compruebo que sí estás mal.

Di media vuelta y entré al interior del apartamento, escuché sus pasos seguirme.

Llegamos a mi habitación. Las lágrimas me volvieron a inundar y el silencio era catastrófico.

Me senté en la orilla de la cama. La cabeza me estallaría en cualquier momento.

-¿Pasa algo? -Se sentó a mi lado.

-Lo lamento, Gio, de verdad no me siento nada bien.

-¿Ha pasado algo más? ¿Qué es lo que tienes, mi chiquita?

-Quizá nunca debí venir. Todo estuvo mal desde el principio.

-Lo hiciste por seguir tu sueño, eso de ninguna manera estaría mal. -Acarició mi cabello. -No debes cerrarte al mundo, solo así cosas buenas te llegarán.

Negué. Tomé aire, y valor. -Quizá en México me vaya mejor. -Susurré.

-¡¿MÉXICO?! -Gritó.

-Aquí no tengo nada. Nada me ata a quedarme. Allá por lo menos está mi mejor amiga. -Respondí entre lágrimas y sollozos.

Se levantó de la cama. -¿Solo por eso? Laia, allá tienes menos oportunidades, aquí por lo menos ya tuviste un empleo. -Sentí su mirada pesada sobre mí. -Aquí... Aquí estoy yo. -Terminó casi en un susurro.

Lo miré de inmediato. Mi corazón latía con muchísima fuerza. Esperé de todo, menos que dijera eso. -Lo siento, pero mi lugar es allá.

-No puedes estar tomando una decisión así de rápido. No puedes cerrarte a lo que los demás sientan. Estás pensando muy egoísta.

Con el piso meneándose y muy poca fuerza me levanté. -¿Y cuando yo sentía algo, quién fue el egoísta? ¿Acaso te importó? De nada sirve quedarme, mi vida se quebró, no le veo caso estar aquí, ni quedarme con una persona con quién un día puedo estar bien y al otro es un completo borde. -Reproché entre lágrimas.

-Entonces, que te vaya muy bien. Que encuentres todo lo que buscas. -A eso me refería, se la juega por mi y a los dos segundos me botaba. -Que encuentres a alguien que "los medios" no le hayan creado una personalidad falsa, alguien que sea perfecto para ti y no le tengas que perdonar sus errores. -Caminó a la salida. -Y que cuando te abrace, te haga sentir lo mismo que yo. -"Deseó" y salió sin más.

Quedé inerte. Sin ganas de respirar, ni sentir. Con ese maldito y asqueroso sudor recorriendo mi espalda y aquel dolor tan extraño que me había invadido.

Ya nada me detenía aquí. El sueño había terminado y era momento de regresar, de buscar una opción más fácil. De replantearme mi vida.

Solo pedía que los días pasaran muy rápido, que el tiempo fuera efímero. Siempre quería desaparecer, pero esta vez, quería morir, dejar de existir y de cometer errores.

...

Mensaje de: Giovani.

"Laia. Eres tan predecible, o quizá he llegado a conocerte tan bien, que sé que ahora mismo estás en un aeropuerto muerta de miedo, tomando un avión de regreso a México. Perdón por no poder hacer nada, y dejarte ir.

Aquello que dije la última vez, nada fue en falso.
Ojalá encuentres a alguien perfecto para ti, que junte cada uno de tus pedazos, que comparta contigo cada sueño; que te lleve a la cama, todas las noches; que haga poesía con tus manías, que te tome de la mano en cada crisis de ansiedad, que acaricie cada una de tus cicatrices y no permita que haya más heridas.
Ahora me doy cuenta que no solo quería estar entre tus piernas, sino, también en tu vida y en tus planes.

Gracias por hacer que conectara de esta manera conmigo. Gracias por permitirme ser parte de todo lo que eres.
Adiós, mi chiquita.
Buen viaje".

ÁNGEL DEL DESTINO | Giovani dos Santos |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora