Mi dismorfia no me permitía concentrarme. Mis caderas se veían más anchas que la última vez que me miré en un espejo, una capa de vello fino cubría mi espalda y mis piernas habían aumentado su tamaño. De mis brazos colgaba la grasa y mis mofletes estaban más inflados. No me atrevía a dar un paso afuera con ese vestido puesto.
Giovani entró con sigilo. Me abrazó por la espalda. -Sea lo que sea que estés pensando, quiero que entiendas que no hay nada malo contigo. -Dejó un beso en mi espalda.
Tomé aire. -Me veo terrible. -Sollocé.
Me giro para verlo de frente. -A mí me parece que no te has dado cuenta de lo maravillosa que eres...
-Gio... Yo no puedo verme como tú lo haces. -Recordé. -Siempre voy a ser la niña encerrada en un cuerpo que no es bonito, para mí...
Me abrazó delicadamente. Dejó un beso en mi frente y me abrazó un poco más fuerte. -Tú odiando tanto tu cuerpo, y yo soñando cada noche con él. -Susurró.
Mis ojos se aguaron. Odiaba arruinar todo, odiaba no ser suficiente para él. -¿Cómo puedo creerte... Si al mirarme en un espejo no puedo ver más allá de lo todo que odio?
Tomó mi cara entre sus manos. -Te prometí delinear tu cuerpo con mis manos hasta que entendieras lo precioso que es. -Sus manos se deslizaron por mi cintura y me pegó completamente a él. -Me gustas mucho, Laia. -Susurró y apretó sus labios contra los míos.
Hacia el esfuerzo de mejorar, de sanar, pero me era imposible pensar que un día, de repente, despertaría amando mi cuerpo y todo lo que era. No creía que ese día podría llegar, por mucho que lo intentara, y por mucho que ayudarán.
Bajé de la camioneta que nos llevó hasta el lugar que eligió Giovani. Mi espalda sintió el bochornoso viento. No quería que nada, ni nadie, me viera.
Mostramos nuestras identificaciones y nos dejaron ingresar rápidamente. Volví a asustarme por milésima vez, no recordaba el pánico que esos lugares me causaban.
Pasamos a la zona Vip. Giovani charló con uno de los meseros, pidió las bebidas y lo que quedaba era una larga, y aburrida noche. O no.El alcohol, las luces y el humo comenzó a envolverme rápidamente. Un susurro de Giovani me hizo arrastrar mis pies hacia la pista y dejarme llevar entre sus brazos.
''Olvídate de todo esta noche''.
Sus manos me sujetaban con fuerza mientras me indicaban el ritmo que debía seguir para combinar mis caderas con la música. Su aliento chocaba en la piel de mi cuello, y solo podía distinguir su silueta. Bailar, comenzaba a sentirse bien.
Dejé de contar hasta las 1,300 calorías. Lo equivalente a unas nueve cervezas.
Bebí hasta el fondo de aquella delgada botella. El líquido espumoso comenzaba a saberme a agua, y la alegría comenzaba a brotarme por los poros. Había seguido el consejo de Giovani, y también había olvidado lo inexperta que era con el alcohol.
Mis brazos descansaron en su cuello, mientras sus manos sujetaban fuertemente mis caderas pegándome a su pelvis. Nuestros cuerpos rozaban delicadamente sintiendo el calor que emanaban y se envolvían uno a otro al ritmo de la música.
El reggaeton corría por nuestra venas, mientras las bebidas embriagantes subían a nuestro cerebro. Abrió una botella más, luego de darle un sorbo lo tomé de la cara y me acerqué lentamente a él. El sabor a alcohol recorría nuestra boca, mientras nuestras lenguas se enredaban suavemente. Tomó mi cintura y me pegó completamente a él. Mi rodilla subió lentamente por su entrepierna, acariciándolo suavemente. Mordió mi labio mientras sonreía lentamente. Suspiró mientras me miraba cursimente entre las luces de colores y el humo de los efectos especiales del lugar.
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ÁNGEL DEL DESTINO | Giovani dos Santos |
Fiksi Penggemar"Voy rompiendo esquemas defendiendo mis ideas, Confiando en el camino que me dicta el corazón. Voy con la certeza que al final valdrá la pena, Ángel del destino, quiero estar contigo".