Decidimos despertar más tarde. Giovani entrenaba más tarde de lo que yo entraba al trabajo, y yo me ahorraba el tiempo de camino, así que teníamos más tiempo para dormir.
Salí de bañarme. Al menos tenía la calma de usar la ropa que yo quisiera, o si decidía andar en pijama, nadie podría decirme nada.
Entré a la habitación de Gio. -¡Amor! -Grité mientras llegaba al servicio. Abrí la puerta.
Gio terminaba de lavarse los dientes. Llevaba en su cintura una toalla, todavía escurría agua de su cabello. Solo sonrió. Siguió viéndose en el gran espejo que tenía.
Mi corazón latió muy rápido. Cada día me gustaba más ese hombre. -¿Tienes pasta? -Pregunté sonrojada. Me acerqué a él, dejé un beso en su espalda y lo envolví entre mis brazos. Mis manos sintieron los bordes de los músculos de su abdomen y volví a apretar mis labios en su cuello.
-¿Qué pasa, amor? -Preguntó viéndome a través del espejo.
-Me gustas mucho, Gio. -Recargué mi barbilla en su hombro y lo miré en el espejo. Mis manos subieron lentamente a su pecho. -Estás precioso. -Insistí.
Sus mejillas se tornaron rojas y una sonrisa enorme apareció en su rostro. Se dió la vuelta para quedar de frente, pero estábamos tan cerca que su toalla de desenvolvió y cayó al suelo, dejando descubierta toda su masculinidad.
Mis mejillas comenzaron a arder y las piernas me flaquearon.
Sonrió muy cerquita de mis labios y sus manos me pegaron por completo a su perfecta anatomía. -Y todo es tuyo, nena. -Dijo para dejar un beso en mis labios.
Mis manos llegaron a su cuello y nuestras lenguas comenzaron a mezclarse.
Me cargó por las piernas y me llevó al pedazo de azulejo libre que había a lado del lavamanos. Dejó besos acelerados en mi cuello. Se alejó poco a poco de mi.
Mis manos acariciaban su pecho. Sonreí mientras mis mejillas ardían. Me miró directamente a los ojos sin decirme nada. Me pegó más a él y volvió a besar mis labios.
Comencé a besar su cuello, mientras mis manos bajaban por su espalda. Sus manos acariciaban la parte interna de mis muslos y separó lentamente mis piernas.
Hundió sus manos debajo de mi playera y comenzó a subirla. Gruñó cuando se dió cuenta que no llevaba sostén. -Qué manera de volverme loco... -Susurró y comenzó a bajar sus labios desde mi clavícula hasta mis pechos.
Mis piernas se enredaron en su cadera, su lengua jugueteaba sobre la loma de mis senos, mis manos apretaban su cabello.
Comenzó a bajar mi short y mis bragas. Me apoyé en él para que pudiera quitarlos por completo.
Se acercó a uno de los cajones, sacó un preservativo y se lo montó rápidamente. Se dió espacio entre mis piernas y entró en mi con cuidado.
Gemí delicadamente. Mi espalda se arqueó, pero mis brazos se aferraron a su cuello.
Levantó un poco mis piernas y comenzó a moverse suavemente. Sus labios volvieron a acariciar mi cuello.
Mordí mis labios tratando de silenciar mis gemidos, apreté sus caderas con mis piernas y sus embestidas comenzaron a ser más rápidas y fuertes.
Se abrazó fuerte a mi cuerpo y escuché su gemido más fuerte cerca de mi oído.
Mi respiración estaba muy acelerada y mi cuerpo comenzaba a arder.
Se reincorporó. Y comenzó a rozar nuestros labios, seguía siendo tan acelerado, tan descoordinado, pero tan terriblemente placentero.
Su mano acarició mi cintura, hasta llegar a mi entrepierna. Sus dedos comenzaron a explorar mi parte más sensible, cuando por fin entraron comenzó a moverlos rápidamente.
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ÁNGEL DEL DESTINO | Giovani dos Santos |
Fiksi Penggemar"Voy rompiendo esquemas defendiendo mis ideas, Confiando en el camino que me dicta el corazón. Voy con la certeza que al final valdrá la pena, Ángel del destino, quiero estar contigo".