El timbre había sonado anunciando que las clases, al menos por ese día, ya habían llegado a su fin.
Todos los alumnos de la clase 2-3 abandonaron el salón para comenzar su camino de vuelta a casa, incluyendo a Kenma quien se encontró con Kuroo esperándolo en el pasillo.
—¿Cómo estuvo tu día?—Preguntó el azabache comenzando a caminar hacía la salida.
—Normal—Respondió el chico metiendo su mano en el bolsillo de su pantalón, abriendo enormemente los ojos al notar que estaba vacío.
—¿Qué ocurre?—Cuestionó su amigo al verlo tan preocupado.
Kenma no contestó, simplemente palmeó sus bolsillos con una notoria y creciente ansiedad sus bolsillos.
Al no haber hayado lo que buscaba, prosiguió a quitarse la mochila y -pidiéndole al mayor que sostuviera el bolso- revolvió entre sus pertenecias, fracasando en su búsqueda una vez más.
Tratando de mantener lo que le quedaba de calma, intentó recordad sus últimas acciones.
—Ya vuelvo—Consiguió avisarle a su amigo antes de salir corriendo a su salón tras encontrar una posible pista en su memoria.
Por favor, que este ahí...
Caminó rápido hacía su banco y revisó debajo de este, inundandolo una paz inexplicable cuando vio allí a su preciada consola.
La tomó sintiendo como la ansiedad abandonaba su cuerpo, se enderezó y estando listo para retomar su camino hacía su casa un sollozo frenó sus movimientos.
Se giró hacia el final del pasillo, lugar de donde le pareció haber oído el ruido, encontrándose con una escena que detestaba admitir que le dolía.
Haru Kazumi, la misma chica que tiempo atrás lo había dejado con miles emociones y preguntas sin resolver, ahora estaba con su cara escondida entre sus brazos sobre su mesa.
El chico se quedó estático sin saber que hacer.
¿Y quién podría culparlo? Eran conocido que ahora actuaban como extraños. En los tres meses que habían pasado todo lo que habían hecho era ignorarse, evitando todo tipo de contacto hasta el punto de esquivar las miradas del otro.
Era más que evidente que entre los alguna vez, cercanos amigos se construyó una enorme muralla.Una pared tan grande que parecía imposible de romper, y que ninguno de los dos se animaba siquiera a escalar.
Sin embargo, en ese momento, Kenma tenía la sensación de que no existía otra opción.
Miró la consola en sus manos, a la puerta, a la chica, y otra vez al aparato mientras decidía que hacer.
Cerró sus ojos, se trago su orgullo, y caminó hacía la rubia pensando en que le diría.
¿Debería preguntarle que le sucede? ¿Debería hablarle?
El chico no se consideraba como alguien a quien los demás pudieran acudir por apoyo emocional. Podría entrar en la clasificación de "amigos que prestan su oído". Una buena ayuda a veces, no lo vamos a negar, pero existen momentos donde el otro necesita consejos o palabras de ánimo, y Kenma no era un muchacho conocido por hablar.
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lover of mine | kozume kenma
Fanfiction. . . . . . . •{ ☁️ }• . . . . . . . . Todos hemos oído hablar de las almas gemelas. Dos personas que están destinadas a estar juntas. No importa que tan alejadas estén, existe una fuerza externa que se va a encargar de unirlas. E...