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Todos hemos oído hablar de las almas gemelas.
Dos personas que están destinadas a estar juntas.
No importa que tan alejadas estén, existe una fuerza externa que se va a encargar de unirlas.
E...
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La alarma de las seis fue la que despertó a Kazumi.
Como todas las mañanas se quedó unos minutos acostada con los ojos cerrados cuestionándose si realmente valía la pena ir a la escuela ese día.
Llegó a la conclusión de que no importaba tanto la respuesta pues al fin y al cabo su madre la iría a levantar si ella no lo hacía.
Tomó energías suficientes para despegarse de la cama, se estiró y se dirigió a levantar la persiana de la ventana para que entrara luz a su cuarto.
Tomó una bata para protegerse del frío que comenzaba a ser más habitual en las mañanas. Guardó en su mochila lo que necesitaba llevar ese día y agarró su uniforme para retirarse de su habitación e ir al baño antes de que Akihiro lo hiciera.
Bajó a la cocina donde estaban su padre y hermano desayunando.
—Buenos días—Saludó sin ganas dirigiéndose a la cafetera, sintiendo cada vez más la necesidad de meter cafeína en su cuerpo.
—Buenos días—Respondió su familia.
—¿Hoy va a pasar algo importante?— preguntó su padre hacía ella con curiosidad y una ceja levantada mientras tomaba de su té.
Kazumi no estaba segura de lo que debía contestar pues no entendía la razón de la pregunta, así que decidió responder con honestidad.
—Uhm... No que yo sepa—ambos procedieron a mirarla completamente sorprendidos—¿Qué?
— No es normal verte despierta tan temprano—dijo Akihiro tomando un cupcake y colocándoselo entero en su boca. — Norfmalmefe pafa cuafo fienef un efafen o efaf fofas que fe fonen nefviofa—explicó mientras miles de migas y pedazos de comida eran esparcidos por el aire, ganandose una mala mirada por parte de su papá.
Mientras la rubia veía a su hermano siendo regañado pensaba la razón por la que le había sido tan fácil levantarse de la cama.
—Quizás el universo te lo explique en algún momento—Dijo el señor Minatozaki.
Kazumi y Akihiro rodaron los ojos, cansados de escuchar a sus padres siempre nombrar al universo cuando no encontraban una explicación lógica. A pesar de que ambos estaban separados hace años, aparentemente seguían teniendo eso en común.
—No hagan eso, se ve feo y pueden quedar con los ojos para atrás— los regaño antes de darle otro sorbo a su bebida.
Ambos quedaron con las palabras en la boca tras oír el timbre sonar.
—Yo voy—Se ofreció Kazumi, dejando de paso su taza ya vacía en el lava platos.
¿Quién molesta tan temprano?
Abrió la puerta sorprendiendose de ver a los dos chicos que conocia bien parados en la entrada de su casa.
—Oh, mira, si era su casa... ¿Y viste que si estaba despierta?—Le murmuró Kuroo a Kenma, orgulloso de haber ganando la pequeña apuesta que habían hecho minutos atrás—Buen día Kazumi.
