Sesshomaru, un joven yokai descendiente de un linaje prestigiado de demonios, se encuentra en la búsqueda del poder que le corresponde por herencia para tomar su puesto al mando de las grandes tierras del oeste. Sin embargo, en su camino se cruzará...
Sango arrojó su hiraikotsu el cual rebotó por igual en el campo de energía, al mismo tiempo, Kagome arrojó una flecha sagrada que provocó un repentino movimiento del ogro en un intento de esquivarla.
Ante ellos, se presentó un sujeto con un arma peculiar y un hedor a demonio tomandolos desprevenidos.
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Bankotsu: No puedo creer que tardes tanto con unos humanos
El tres ojos levantó su espada emanando rayos potentes en dirección a los chicos, Inuyasha saltó rápido en busca de Kagome esquivando el ataque satisfactoriamente, sin embargo, mientras que el otro se dirigió directamente hacía Sango para atacar, Inuyasha intento alcanzarla en su ayuda provocando que saltarán trepando rápidamente sobre Kirara. Inuyasha saltó del felino amenazantemente con su espada para poder enfrentarse a el pelinegro, espada con espada.
En un movimiento veloz, el ogro se posicionó detrás de Kagome levantando su espada dispuesto a atacar.
Inuyasha: ¡Kagomeee! *Gritó desgarradoramente
La chica alcanzó a mirar por encima de su hombro y vió como una mano salía volando llena de sangre morada.
Sesshomaru había llegado al campo de batalla, salvando la vida de la humana dejándolos perplejos.
El ogro consumido por el dolor, intentó tomar con su mano sobreviviente a la chica mientras el yokai la jaló fuertemente del brazo alejándola del enemigo. Esquivó el ataque directo dejando a la humana en el suelo siendo alcanzado por Inuyasha y Sango.
Inuyasha: ¡Kagome! ¿Estás bien?
Kagome: S-Si
Inuyasha: ¡Ya era hora! ¿Dónde mierda estabas animal?
Kagome: Sesshomaru, g-gracias
Sango: ¿Te encuentras bien? * Gritó acercándose junto con Kirara
Sesshomaru permaneció en silencio sin quitarle la vista de encima al demonio de cabellos negros. Éste tenía un semblante especial, no parecía estar en un combate, más bien, su rostro reflejaba una tranquilidad exasperante, como sí estuviera disfrutando de un juego.
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