15. Escombros debajo de la alfombra

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Song:
Another love - Tom Odell




2041

Los libros estaban apilados unos sobre otros juntando polvo, y formando una perfecta casa para aquellas arañas que buscaban el sitio ideal donde comenzar a tejer sus telarañas. Cajas y cajas de libros, algunos de tapa dura y otros sin siquiera tenerla. A Mark le encantaba el aroma a humedad que desprendían las amarillentas hojas y esa calidad rugosa que solo se encontraba en un libro viejo. Y le gustaba la sensación de sentarse cerca del fuego fundiéndose en una lectura que le recordase a otros tiempos.

Nunca había sido un fan de la literatura contemporánea, para él los autores se estaban volviendo cada vez más frívolos y poco temperamentales, como si escribiesen con la razón y no el corazón. ¿Pero quién podría culparlos? Después de todo, la época actual carecía por completo de esos secretos emocionales que solo las almas de viejos autores compartían.

Sentía que la literatura estaba entrando en una fase donde se trasmitía nada más que momentáneas emociones, que aunque eran arrebatadoras, también eran fugaces.

La puerta se golpeó y él descubrió quien había entrado.

-¿Otra vez pensando en los misterios de la vida?

Mark sonrió ante la voz quejumbrosa de Jeno. No abrió los ojos, ni se enderezó del diván color uva en el que estaba cómodamente recostado, pero suspiró con cada gramo de resentimiento que existía en su cuerpo.

-Camarada, cuándo comprenderás que no son los misterios los que me tienen así.

Jeno le golpeó el muslo y se dejó caer en el viejo sillón cerca de la estufa. Las motas de polvo flotaron alrededor haciendo al humano toser y mover la mano en un gesto que poco le serviría para limpiar el aire.

-Deja de hablarme como si estuviésemos en la revolución francesa.

-No me apetece- Mark sonrió con demasiado brillo. -Además, te gusta que te hable así.

Jeno chasqueó la lengua. -De todas maneras, lamento tener que romper tu pequeña meditación.

-Si lo lamentas no lo hagas.

-Debo hacerlo y debes escucharme o haré que te tragues el perfume de Irene.

Mark se recompuso de inmediato, los pies tocaron el suelo y la mirada se posó en Jeno.

-¡Humano débil y desalmado, no te atreverías!

-Si, como sea- Jeno recorrió los libros con la mirada, una mueca en sus labios le hizo entender a Mark que lo que su camarada le estuviese a punto de decir realmente quebraría su paz. -Intentamos decirle a Soobin y a YeonJun toda la historia, escucharon la mitad antes de que Soobin pusiese su barrera y decidiese escapar.

Mark extendió los brazos a lo largo del curvado respaldo. Otro suspiro escapó de sus labios.

-Sabes bien que nunca me ha gustado meterme en las decisiones que Jaemin y tú han tomado con respecto a ese asunto, pero ciertamente, ¿Qué esperabas?

Con los codos sobre las rodillas y las manos sujetándole la cabeza, Jeno reprimió un quejido.

-Esperaba... No lo sé. Sé lo que perdiste ese día y por un demonio que sé lo que yo estuve a punto de perder, pero Jaemin...

Jeno cerró los ojos por impulso, detestaba cuando la culpa regresaba en oleadas. Él no quería seguir imaginando la manera en que Jaemin había sido llevado a esa manada, tratado como una paria mientras se desangraba.

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