6. Antídoto para dolores prohibidos

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2041

Le pareció una situación que sucedería en otra dimensión. En palabras simples, era extraño. Sun nunca había visto a YeonJun enfermar. Su mejor amigo siempre estaba sano, atlético, siendo divertido, espontáneo y valiente. Tanto, que Sun a veces se encontraba pensando: es imposible que sea humano.

Pero lo era. Y ahí, en su sofá diminuto, estaba la prueba.

Le tomó la fiebre tres veces en una hora. Cada vez que lo hacía, la temperatura ascendía. No era el mejor en medicina, apenas sabía cómo las personas hacían para sentir si alguien estaba afiebrado solo poniendo el dorso de la mano contra una frente sudorosa. Quizás fue debido a ello que lo primero que Sun hizo al alquilar esa pequeña cosilla en los suburbios de Seul, fue comprarse un termómetro.

Por supuesto que no era un total desperdicio. Sun sabía qué remedio era el mejor para el mal estomacal, también conocía la diferencia entre una cefalea, un sencillo dolor de cabeza y uno por estrés. Incluso podía hacer RCP y usar un desfibrilador. Hasta era pasable dando inyecciones. Pero todo eso era de esperarse, él creció con un hombre que vivía de la medicina y estaba la mayor parte del tiempo hablando sobre casos clínicos.

Sun estuvo interesado alguna vez en dedicarse a ello. Pero el Sr. Park nunca le permitió inmiscuirse del todo. A veces, sobre todo cuando Sun estaba comenzando la pubertad, recibían llamadas en altas horas de la madrugada. Inocentemente, Sun corría desde el piso superior hasta la oficina de su abuelo y descolgaba el teléfono. Recordaba una vez que tal vez nunca podría olvidar. Al otro lado de la línea, la voz dulce y masculina, dijo: <<¡Es mi cachorro, ha vuelto a tener esos extraños síntomas de los que le hablé!>>. El señor Park le arrebató el teléfono y le obligó a irse a dormir.

-¿Ellos...?- YeonJun tartamudeó.

-Deben venir en camino. -Sun se encontraba mortificado, abriendo y cerrando el ventanal dependiendo de la manera en que su amigo lo pedía-. Sigo pensando que debería llevarte a urgencias o llamar a un médico. Mi abuelo-

Los golpes en la puerta se escucharon en ese instante. Jun siguió sin mirarle, tenía un brazo cubriendo sus ojos. Sun se apresuró a dejar pasar a las dos personas que no parecían provenir de este mundo.

Conocía a Milae. La había visto tres o cuatro veces, y solo porque convenció a Jun de que ningún amigo respetable mantendría oculta a su pareja. Ella se presentó en la librería donde Sun trabajaba, y realmente llamó la atención con su moda estilo victoriana traída al siglo XXI. Fue simpática, adorable, conversadora, y tímida. Era el maldito combo perfecto.

Ahora también lo era. A pesar de que su rostro de piel perfecta no llevaba maquillaje, ni vestía ropa de última moda. Aunque el vestido floreado era hermoso, y los tenis altos le hacían ver un poco más delgada de lo que era. Contrastaba absurdamente con la simpleza de la vestimenta que el chico a su lado llevaba. Sun no le conocía. Lo primero que pensó fue wow, es un rascacielos.

No tuvo tiempo de observarle detenidamente, porque Milae entró en el departamento cerrando la puerta y dejando al chico afuera. Aun así, Sun se percató de que los jeans que usaba estaban arrugados y que llevaba puesta un saco largo de lana, no tan largo para alguien tan alto, pero si Sun lo usaba, de seguro le quedaría por debajo de las rodillas.

Sacudió la cabeza, inflando las mejillas y permitiéndole a la pareja tener un momento.

-¿Es realmente necesario?- ella preguntó.

Un frío atroz recorría la tranquila noche.

Sun se cruzó de brazos, su cuerpo temblando en busca de calor. YeonJun jadeó desesperado, rasguñándose la propia piel de la cara y el cuello. No mejoró al mirar a Milae. Sun apenas podía verle el rostro, pero le encontró sonrojado hasta tal extremo que comenzó a preocuparse. Quiso hablar, pero YeonJun se le adelantó

ETERNUM Donde viven las historias. Descúbrelo ahora